Siempre he pensado que no hay nada como convertirse en ratón para descubrir, por sorpresa, lo rápido que caza un gato. Inundados por los discursos de los grandilocuentes y sacrosantos poderes. No faltos del acompañamiento, impertinente, de sus manuales de buenas prácticas, guías de estilo, zarandajas y demás declaraciones de buenas voluntades, y mejores intenciones.
Como me dijo una vez mi peor amigo: “La mejor empatía con quien tiene un problema es sufrirlo tú o un ser querido”. La verdad es que me cuesta mucho imaginarme a algún todopoderoso, imitando a Thomas Murton, sumergiéndose en los problemas reales del mundo, a pelo, sin la protección del staff propio de su cargo. Y mucho menos sin cuatro legiones de periodistas que dieran buena fe, publicitariamente populista, de su cercanía con los que lo están pasando peor.
Que, lamentablemente, ya estamos demasiado acostumbrados a las patadas que muchos, a diario, le dan a la coherencia y a ser consecuentes con sus actos. Hablar mal de los mercados, la propiedad privada y santificar lo público, teniendo un pastizal metido en planes de pensiones e inversiones, con sanidad y escuela privada para los suyos. Manejado todo por el cruel capitalismo de los mercados que ellos mismos atacan, y que por no tener, ya no tiene ni cara. Es un monstruo invisible, y como todo lo invisible es difícil de golpear.
Y la corrupción, que parece un invento nuevo. Para nada. Lo que sí es verdad es que con eso de hablar en millones de euros parece que se minimiza todo. Da la impresión de haberse convertido esto en un ranking 18, 20, 37, 45… el club nada selecto del llevárselo calentito.
Algunos jueces parece que son ahora los que pretenden poner a cada uno en su sitio. Para muchos, la última esperanza. Aunque en demasiados casos dé la impresión de que para algún que otro personaje de cuello blanco, la dura y cruda realidad de la privación de libertad, se les ha convertido en un aparente spa de cinco estrellas, en el que al ingresar el funcionario de turno le pregunta: “¿Supongo que no se quedará a dormir?”.
Sacando millones para sus fianzas cual si fueran conejos de una chistera. Peligrosa imagen para una sociedad que actualmente lo está pasando demasiado mal, que busca culpables, y espera verlos desfilar…