Después del fallecimiento del Sultán Muley Hassan el 27 de Julio de 1894, que bien se le puede llamar como el último sultán independiente que existió en aquella época, ya que posteriormente los sucesores sus hijos Muley Abdelaziz (1894-1908) Muley Hamid (1908-1912) y Muley Yussuf (1912-1927), iniciaron paulatinamente el declive y la descomposición del reino marroquí, por no estar lo suficientemente capacitados e intelectualmente preparados para el poder, el cual fue entregado en manos de sus respectivos ministros tales como Ahmed be Ahmed, Mohamed el Medí el Mendvil, hacha Mohamed el Mori y Abdeselam Ben Gabrit, los unos influenciados por potencias extranjeras y otros pensando más en sus propios intereses, dejaron al país en manos inexpertas, que cada vez más, hundían a la nación en el caso y la miseria.
Fue la época del coronel Mac-Clean, de Haris, de Predicaris, de los Mannesman y tantos otros agentes extranjeros. La visita a Tánger del Kaiser Guillermo II (1905), los sucesos de Casablanca (1907) y el desembarco alemán del crucero Panther en Agadir (1911). Sin olvidar las labores de zapa, hechas por las distintas embajadas y delegaciones establecidas una en Fez y otras en Tánger, que solamente tenían por finalidad el egoísmo de sus intereses ocultos, el fomento de intrigas palaciegas, y el desarrollo de luchas políticas de enfrentamientos inútiles, lo que dio como resultado la reacción lógica de la población marroquí intelectualmente consciente, al ver estos manejos y cómo su país se desintegraba cada vez más, convirtiéndose en campo de ganancias y beneficios a favor de patrimonio extranjeros ajenos y en detrimento de los verdaderos derechos y sentimientos del pueblo musulmán, siendo a la larga la verdadera semilla de la creación del espíritu de independencia nacionalista.
Los diversos acuerdos internacionales para poder resolver esta situación se habían ido produciendo sin solucionar nada concreto en el curso del tiempo. Los tratados o conferencias internacionales celebradas al efecto, tales como la de Madrid (1888), Berlín (1885) y Algeciras (1906), no dieron los resultados apetecidos. Por lo que nuevamente se tuvo que concretar una fórmula para de una vez solventar este problema. Reuniéndose las partes interesadamente afectadas, Francia y Marruecos, en París el 30de marzo de 1912, aprobando y acordando estas negociaciones un pacto por el cual se regulaba la repartición de estos territorios entre Francia y España, aceptado y aprobado por esta última y ratificado con el convenio Hispano-Francés del 27 de Noviembre de 1912 haciendo especial referencia en su artículo primero, al reconocimiento del compromiso concertado con España, de su actuación en razón de sus intereses y proximidades territoriales que nos afectaban.
El tratado constaba de 30 artículos, un anexo sobre el ferrocarril Tánger-Fez y dos cartas explicativas. Con respecto a la administración y gobierno de nuestra parte del Protectorado en la zona norte del país, le correspondía el nombramiento de un Jalifa, como representante directo del Sultán en estos territorios, con tratamiento de Alteza Imperial, teniendo las mismas prerrogativas que éste en el resto del país, nombrado por él y dependiendo siempre de su autoridad, el cual estaría asistido en sus funciones por un Gobierno jalifiano designado por él.
Como consecuencia directa de estos acuerdos y tratados, fue la chispa que originó la sublevación de la ciudad de Fez el 17 de Abril de 1912 y como resultado de estos acontecimientos y enfrentamientos, motivaron la abdicación del Sultán Muley Hafid a favor de su hermano Muley Yussef, que en definitiva fue el que dio su aceptación a lo pactados firmando un Dari (decreto) el 14 de Mayo de 1913, por el que otorgó su aprobación.
Esta sintética exposición de los hechos pone de relieve lo difícil que resultaba encontrar una persona idónea que reuniera a parte de su carácter de ser miembro de la familia real, tener el prestigio religioso, político y guerrero, para no despertar suspicacias ni susceptibilidades entre los países protectores.
Fueron difíciles y laboriosas las gestiones encaminadas para tal nombramiento, al final de entre los candidatos sólo quedaron dos cualificados, uno de ellos incluso contando con la recomendación hecha ante nuestro Gobierno y al mismo Rey, por el entonces comandante militar de Larache el coronel Manuel Fernández Silvestre, que era la del Cherif el Raisuni, el cual fue descartado por decisión francesa, al no olvidar éstos su simpatía con los alemanes.
Al final para el cargo de Jalifa, el Sultán, previo consentimiento del Gobierno Español, designó a sid Muley el Medi ben Ismael ben Mohamed, hijo del Cherif Mouley Ismael que fue baja de Marrakech y que a su vez era hijo del Sultán Mohamed. Estaba casado con su prima, que era hermana de los tres últimos sultanes que se sucedieron en el trono marroquí, y por razones de parentesco, resultaba persona grata a Fez como a Madrid, haciéndose su nombramiento por un Dahir de fecha 13 de mayo de 1913. Este nombramiento disgustó al Sherif el Raisuni, ya que se creía con mayores méritos, reaccionando con hostilidad retirándose a sus dominios de Tazarut, no aceptando ningún intento de aproximación con el nuevo Jalifa y prometiendo no volver más a Tetuán, cosa que así cumplió hasta su muerte. Era un hombre de gran prestigio y acatamiento entre los kabileños, tenía clara inteligencia e indudable habilidad politica, era mezcla de señor y aventurero, que influyó mucho en que la ocupación de la región de Larache y Alcazaquivir se hiciera sin dificultades y de forma pacifica. Desde ese momento sus relaciones con el coronel Fernández Silvestre se enfriaron y empeoraron cada vez mas, llegando a fuertes enfrentamientos por tener ambos similares caracteres de orgullo y jactancia que chocaron.
Sidi Muley el Mehdi no era una figura relevante ni con influencias político-religiosas, pero reunía las buenas condiciones diplomáticas que permitían su buen funcionamiento y colaboración con la Alta Comisaría. Para poder incorporarse a su nuevo cargo en Tetuán, capital administrativa de nuestra zona, resultaba un serio problema ya que tenía que pasar por territorios aún no afectos al Majzen, por lo que tuvo que adaptarse una solución razonable, para su entrada en nuestra zona y embarcar en Larache territorios ya pacificados por España, rumbo a Río Martín en las proximidades de Tetuán.
El 20 de abril de 1913, efectuó su entrada en nuestra zona por el vado de Yedid, viniendo acompañado por Sidi Mohamed Ben Azus y por el medico militar español señor. Belenguer. Fue recibido por el Kaid Bulseham Ermiki en representación y acatamiento de las Kabilas cercanas por el cónsul de España en Alcazarquivir señor Clara y por el comandante militar de Larache coronel Fernández Silvestre. Después de visitar este territorio y la ciudad de Larache, y siendo acompañado también por el cónsul español en dicha ciudad, Juan Zugasti, además de su séquito ya mencionado, embarcó en el crucero Cataluña, siendo escoltado por los buques de guerra Extremadura, General Conché y Roger de Lauria. Desembarcando en río Martín a las 08.00 horas del día 27 de abril de 1923.
A su llegada en el desembarco lo esperaba el general Domingo Arraiz de la Condorena Ugarte, segundo jefe de la Comandancia Militar de Ceuta, el cónsul de España y el Bajá de Tetuán.
En Sania Ramel a la entrada de Tetuán lo recibió el feneral Felipe Alfau Mendoza, que había sido nombrado primer Alto Comisario el 13 de Abril de 1913 y que previamente a la llegada del nuevo Jalifa el 19 de Febrero ya había ocupado la ciudad de Tetuán de forma totalmente pacifica. Aparte de los generales y jefes de su Estado Mayor, y demás autoridades tanto españolas como marroquíes, estaba acompañado por intérpretes D. Clemente Cerdeira Fernández, que intervino como traductor en todos estos actos oficiales.
Siendo el nuevo Jalifa Muley el Mehdi efusivamente aclamado y recibido por toda la población de Tetuán, que salió a saludarle y rendirle tributo de vasallaje y acatamiento según sus tradiciones con muestras de afectuoso entusiasmo. Y llevado al palacio de Meciar, su nueva residencia, donde ya tenía preparado sus aposentos, este lugar esta enclavado cerca de la plaza del Cedan, paraje en que se celebraba el mercado y que posteriormente se le llamó Plaza de España, donde estuvo también situada la alta Comisaría.
La división de Marruecos en zonas de influencias y protectorados había sido hecha por consideraciones políticas y convencionales que no constituida ninguna unidad administrativa y carecía de organización fuera del Majzen de Fez, a la que muchos de estos territorios no obedecían ni acataban.
El territorio designado a nuestra zona y por tanto correspondiente al Gobierno Jalifiano, tenía una superficie de 19.956 kms cuadrados, en ella solamente existían dos ciudades de importancia: Tetuán con 20.000 habitantes, y Laroche con 6.000; las restantes Xauen, Alcazarquivir, Tetuán y Arcila en aquella época eran meros poblados, siendo el resto del país totalmente rural, que estaba dividido en cinco regiones de la forma siguiente: occidental con trece kabilas, Yebala con 11, Gomara con 14 Rif con 18 y el Kert con 18, haciendo un total de 70 kabilas o comarcas territoriales con una población de unos 700.000 habitantes como estimación aproximada y no fiable.
EL Jalifa Muley el Mehdi, encontró desde el principio dificultades para el normal desenvolvimiento de su gestión, esta zona había estado siempre en constante rebeldía ante el poder central y carecía de todo tipo de organización y dirección, lo cual fue preciso acomete teniendo que crear todas las instituciones, departamento y oficinas administrativas adecuadas que carecían para las normales funciones de este nuevo gobierno territorial jalifiano. A tal fin fueron nombrados los siguientes cargos: Gran Visir (Primer Ministro), Sid Mohamed Ben Azuz. Ministro de Justicia Sid Ahmed Ben Mohamed Erhoni y Ministro de Hacienda Sid Ahm, el Ben Mohamed Ercaina. El Gran Visir asumía todas las demás funciones y asuntos que no eran de incumbencia de los ya signados. Para Kaid Mechuar (Jefe de protocolo) fue nombrado Mustafa Ben Dris Beniaich, que ya anteriormente había sido Bajá de Tetuán.
La organización y puesta en marcha del Gobierno Jalifiano en general, no podía hacerse por la rebeldía de las Kabilas y por las necesidades y características especiales de algunas regiones. La administración comarcal de las zonas se hacia por medios de Kaidatos a cuyo frente se encontraba un Kaid (Jefe Territorial) que tenia a su cargo la administración uy control de cierta comarca, comprendiendo una o varias agrupaciones de Kabilas. Cuando en este territorio existía alguna ciudad importante se la llamaba bajalato, que sin jurisdicción exterior, su gobernador tomaba el nombre de Bajá. La Administración de Justicia estaba asegurada tanto en las ciudades como en el campo, por los Radies (Jueces) dependientes del Ministerio de Justicia. En la Zona Internacional de Tánger existió una autoridad superior designada por el sultán como delegado gubernativo que se llamaba Mendub.
En relación con las obligaciones adquiridas para el sostenimiento económico y administrativo de la casa jalifiana, a la Hacienda Española le costaba, porque así lo imponían los tratados, un jalifa que cobraba anualmente millón y medio más que S. M Alfonso XIII. La dotación del Rey de España en 1921 era de siete millones y la del jalifa ocho millones y medio anuales. Toda la familia real, rey, reinas, príncipes, e infantes cobraban en total nueve millones de pesetas, o sea, sólo medio millón mas que el afortunado Jalifa.
Los vaivenes de la guerra de pacificación y la dureza de la rebeldía en estos territorios, fueron las causas que retrasaron la acción del Gobierno Jalifiano, circunstancias que no eran las más adecuadas por la anarquía reinante en las Kabilas de casi toda la zona. Había un grave problema militar que urgentemente convenía resolver, con el fin de una vez apaciguados y controlados, poder actuar con tranquilidad y paz en toda la zona sometida y conseguir las acciones que pudieran acometerse serenamente.
Sid Muley el Mehdi murió en Ceuta el 12 de Octubre de 1923 en el Chalet el Banquero Benhamú, tenía dicho el lugar. Pero en honor de la verdad y ya transcurrido el tiempo se puede relatar cómo sucedieron los hechos. Es cierto que su muerte se produjo en Ceuta en las proximidades de la Ermita de San Antonio del Monte Hacho, pero no en el pabellón allí existente como se dijo, sino en realidad fue a un chalet colindante también con la ermita llamado la Casa de los Arcos y que era propiedad del señor Benhamú, perteneciente a la comunidad israelita ceutí, y que estaba situado, donde en la actualidad, transformado al cabo de los años en un restaurante
Y aquí viene el problema, como se podía en aquella época a la población musulmana, creyente y muy reverente, que su jalifa representante directo del Sultán, y por tanto, la máxima autoridad político-religiosa del Islam marroquí, había estado hospedado, convivido e incluso fallecido, en casa de una familia hebrea, para ellos estos hubiera sido una afrenta. Y si se hubiese divulgado, hubiera producido serias consecuencias, sobretodo entre las intransigentes cofradías religiosas musulmanas, ya que sus congregaciones eran muy numerosas, las cuales tenían gran prestigio y poder, lo que hubiera todavía empeorado aun mas, los ya múltiples problemas existentes en aquella época.
Teniendo que transportarlo secretamente a Tetuán en coche por la noche para ocultar su fallecimiento fuera de dicha ciudad y así celebrar su entierro según los ritos religiosos musulmanes y con los honores del rango correspondiente. Por cierto, que dicho traslado se tuvo que realizar con máximas medidas de seguridad ya que el tránsito por carretera después del anochecer no era recomendable.
A su óbito quedó sin haber podido realizar ninguno de sus logros deseados, pero dejó un grato recuerdo de persona buena y justa, legando una evocación de respeto y reconocimiento digno de rememorar. Para el nombramiento de su sucesor (sin ser hereditario pero sí de facto) después de muchos avatares y discordias familiares internas, y según se decía hasta con un posible fallecimiento por asfixia de uno de los herederos pequeños, esto sin confirmar. Fue definitivamente proclamado su segundo hijo Sid Muley Hassan Ben el Mehdi Ben Ismael, el 10 de noviembre de 1925, que a la sazón contaba con 17 años de edad, siendo nombrados sus mentores y consejeros desde el primer día, el interprete Emilio Álvarez Sanz y el doctor Juan José de Atacama Gorosabel.
Estando gobernando en nuestro protectorado hasta el advenimiento de la independencia marroquí el 7 de abril de 1956. Durante su mandato fue una época de la pacificación de la zona y puesta en marcha las instituciones y planes para la realización y prosperidad de estos territorios.
Fue una persona afable, agradable y simpática, siendo un diestro político llevándose perfectamente con los distintos gobiernos y autoridades españolas de todas las épocas y regímenes. Siempre estuvo asesorado por nuestra alta Comisaría en todas sus funciones sin existir en todo este tiempo el más mínimo problema de dirección dignos de reseñar.
Durante su mandato realizó cinco viajes a Madrid entre los años 1932 al 1952 y uno a Tánger el 21 de marzo de 1941, después de haber sido ocupada dicha ciudad por las tropas españolas, durante la Segunda Guerra Mundial, donde estuvo saludando a su tío el exsultán destronado Muley Abdelaziz, el cual el 7 de junio de 1943 falleció. En este tiempo fue reorganizado dos veces el Gobierno Jalifiano (28 de noviembre de 1946 y 8 de abril de 1948) y celebro su fastuosa boda con una princesa alauita el 5 de junio de 1949.
Posteriormente, ya con el Gobierno Marroquí, fue designado Embajador de su país en Londres, cargo que desempeñó durante cerca de dos años y una vez cumplida su misión diplomática, volvió a Rabat, lugar de residencia de sus familiares, donde siguió ostentando altos cargos en la corte de su país hasta el momento de su fallecimiento.