No crean ustedes que ese título, el del artículo que empiezo a escribir, es fruto de la improvisación pues desde ayer ando barajando mis apuntes de cuestiones a tratar, que son muchas, y ninguna de ellas me ha parecido la adecuada; mucho menos después de leer algunos de los asuntos que la prensa de hoy mismo, la de la mañana, pone a la consideración de los lectores. Alguno que otro hay que lo hace de forma tan contundente que casi obliga a seguir el camino que muestra, aunque éste no sea el que en ningún momento he deseado y sigo sin desear. Pero, en fin, la cuestión es que a cualquier corriente informativa que he acudido me ha producido inquietud y esto precisamente cuando más necesitado estoy de serenidad y del mejor juicio posible de la situación que nos está tocando vivir.
Realmente, toda persona está necesitada de serenidad en su vida aunque ésta sea para unos fines determinados. ¿Acaso no la necesita un estudiante cuando prepara unas exámenes? ¿Y la mujer cuando espera su primer hijo y, como es natural, todo es un mundo nuevo para ella? ¿O esas personas que tienen confiadas unas misiones importantes en las que, incluso, su vida y la de otros compañeros están en máximo peligro? Si cada persona hace un repaso de las cuestiones que reclaman serenidad personal y ambiental verá que son muchas y que, en definitiva, ocupan plenamente la actividad de su pensamiento y de su quehacer físico. Este tiempo que estamos viviendo ¿es acaso un tiempo que propicia la serenidad personal? El ambiente general está en contra y reclama un gran esfuerzo personal.
Hay una sensación de que estamos cercados y, en cierta medida, amenazados de falta de libertad para decidir qué camino queremos seguir. Las circunstancias no es que nos acompañen sino que nos cercan con un aumento progresivo de la presión, en forma de condiciones cada vez más fuertes y difíciles no ya de eludir sino de soportar. El tiempo se nos hace largo y no es nada fácil encontrar algún que otro momento de respiro; pero la realidad es que hay que trabajar seriamente, con esfuerzo e inteligencia serena. Es una obligación dura para todos, aunque para muchos sea de una dureza insoportable, pero a todos sin exclusión alguno nos vendrá muy bien no perder la serenidad para poder afrontar de la mejor forma posible esa situación tan difícil como complicada..
Se dice, por muchos, que no gozamos de libertad debido a esa lucha a la que estamos obligados para lograr una economía que a todos beneficie sobradamente, pero quizás nos venga bien considerar ese pensamiento del escritor Carlos Fuentes (Panamá 1928 - Méjico DF 2012) en el que manifestaba que: "No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres". Dejo a la consideración de cada persona ese pensamiento, aplicado a su forma de ser y a los condicionamientos que la vida le esté presentando, pero sí afirmo que es muy acertado porque la vida es lucha siempre; de una u otra forma, pero lucha para encontrar la salida a nuestras preocupaciones personales, a la conquista de la libertad personal en definitiva.
En nuestras manos está la lucha por la conquista de la libertad que tanto ansiamos, pero esa lucha ha de estar repleta de serenidad y confianza en quienes tienen la responsabilidad de gobernar nuestra Nación. Sin duda que es difícil y complicada ésta época que vivimos, por ello nos hace falta, a todos, la mayor serenidad de que seamos capaces y afán de servicio por parte de toda aquella persona que quiera luchar, verdaderamente, por mejorar nuestra situación.