En lo que llevamos de mes ya han aparecido cinco tortugas muertas por interacción con artes de enmalle, lo cual es una cantidad bastante significativa y que pone de manifiesto lo peligroso que se está poniendo el litoral para las especies transeúntes. En el caso de los cetáceos las incidencias son afortunadamente menores y la mayor parte de ellos estaban claramente enfermos cuando finalmente quedaron atrapados en las redes.
A lo largo de nuestras investigaciones en colaboración con el Museo del Mar y la Consejería de Sanidad se están poniendo de manifiesto una serie de datos que indican que, además del sector pesquero, también la navegación marítima y de recreo está proporcionando un ingente volumen de impactos, de manera que afectan tanto a los pequeños cetáceos (particularmente visibles en determinadas lesiones óseas de los delfines listados y comunes) como también a las tortugas marinas de la especie Caretta caretta. A este respecto cabe indicar que en el próximo volumen de la revista Alidrisia Marina se publica un artículo en el que se analizan estos impactos de la navegación y sus consecuencias sobre las ejemplares de tortuga boba.
A veces ni siquiera es advertido por la tripulación del barco que ha golpeado a una tortuga boba mientras estaba soleándose y descansando después de su esfuerzo por cruzar el estrecho. Por ello y por muchas y variadas razones de índole conservacionista, y por puro sentido común e incluso pragmatismo administrativo, es muy necesario elaborar una planificación de usos en nuestro litoral que aminore los malos usos y tantos comportamientos viciados y extemporáneos que conviven en nuestra bonita y marinera ciudad. Pero las muertes de las tortugas marinas son mucho más dramáticas pues se trata de animales en perfecto estado de salud que quedan atrapadas en las telas de araña que construye el ser humano para sus actividades pesqueras. Es algo que realmente no cesa de llamarnos la atención y que merece una respuesta mucho más contundente. De las cinco tortugas a las que nos estamos refiriendo, tres son pequeños ejemplares que han sido capturados en redes de deriva o arte similar. Estas prácticas asesinas, pues así deben ser denominadas cuando son conocidas las consecuencias que provoca su uso y calado, de enmalle a la deriva están causando multitud de víctimas colaterales que aumentan el empobrecimiento de nuestro patrimonio natural y sin duda empobrece más nuestro acervo cultural haciéndonos más decadentes como grupo social.
Las muertes sin sentido ni beneficio de estas pequeñas tortuguitas salvajes por nuestra mano negra es algo de difícil calificación pero que acontece constantemente en los mares de nuestro planeta. No vamos a llorar por todos estos atropellos contra la biosfera, pero sí podemos beneficiar y beneficiarnos todos si conseguimos elevar nuestro nivel moral por encima de la vulgaridad en la que estamos sumidos. En este sentido, un plan de usos del litoral bien consensuado nos haría mejores como sociedad y disminuiría tanta sangría de nuestras especies y hábitats. Gracias al aviso del club Kraken y con la inestimable ayuda de Juan Carlos Rivas pudimos recoger a un gigante del mundo de las tortugas de dos metros de longitud que estaba en una profunda y preciosa calita del Monte Hacho. El triste espectáculo proponía algún tipo de ceremonia en línea trascendentalista que nos exonerara en alguna medida de tal maldad. Era para llorar, observar a un animal tan poderoso como lo es un ejemplar de la especie Dermochelys coriacea, más conocida como tortuga laúd flotando y chocando con las rocas. Una muerte por accidente en la lucha por la supervivencia, sería el modo de razonamiento del corto de mente inspirado por los capitalistas científicos y por los científicos que sirven al capitalismo agresivo difundiendo ideas sesgadas sobre el mundo natural.
Menuda soberbia envuelve a nuestra especie que toma todo el territorio planetario como propio, incluidos los mares, y trata a todos los demás como recursos explotables y masacrables si no aciertan a sortear sus torcidas mañas de pesca. Todos estos obstáculos que merman los contingentes de especies marinas son habituales en Ceuta y ahora hemos retrocedido en este sentido y se ha producido una efectiva involución hacia el aumento de los sistemas de enmalle que masacran a nuestras tortugas. Ya hemos comentado en otros artículos nuestras peticiones al Ministerio sobre la capacidad de carga del medio marino en relación al número de instalaciones almadraberas y sobre la conveniencia de establecer un plan de vigilancia para minimizar las muertes accidentales de tortugas marinas. Pues bien, la Administración nos ha dado la razón y a lo largo de este año se tendrán que desarrollar estas medidas, pero lo paradójico es que mientras tanto, se conceden los permisos para establecer las artes de pesca mencionadas. No sabemos cuántas concesiones de almadrabetas hay, pero si tenemos en cuenta las dos que se montaron el año pasado suponemos que serán tres. Y puesto que han comenzado a instalar en una nueva ubicación, la piedra del Pineo es de suponer también que existen intenciones de instalar las otras dos. En Madrid nos dicen que la concesión depende de la decisión de Ceuta, lo cual es poco creíble puesto que las competencias en materia de pesca las ostenta el estado, otra cuestión será que hagan seguidismo de lo que se proponga desde la dirección provincial ceutí.
La instalación de tres infraestructuras almadraberas de estas características en un espacio litoral tan reducido es un acto bastante extravagante motivado por la preponderancia de la psique descontrolada sobre el buen sentido, y más propio del todo contra todos que el emplearse en la supervivencia respetando el medio que nos proporciona el alimento. La crisis económica es una época de oportunidades para los más agresivos que ven justificadas sus actuaciones en las políticas neoliberales que no cesan de impulsar la idea de la supervivencia del más fuerte. Cuando lo cierto es que la pesca es en sí misma una actividad dónde el apoyo mutuo es fundamental y donde los pescadores tienen comportamientos muy cercanos a la interacción comunal, por esto duele todavía más ver estas ampliaciones de artes por doquier propios de una práctica capitalista muy interesada y con muchos intereses no bien aclarados. Son los últimos coletazos de un sector en gran crisis que ha perdido gran parte de su tradición comunal.
Para nosotros, está bien claro que no hay pesca rentable para tanta red y estas redes por el contrario masacran gran cantidad de tetrápodos marinos durante la temporada de calado. Los datos económicos fruto de la pesca serán importantes para justificar desde el punto de vista material, que no ético, la presencia de tanta red en la bahía sur. Solo resta que el IEO se pronuncie al respecto de la capacidad de carga de nuestro litoral y que la dirección provincial de fomento en Ceuta comience a desarrollar los planes de vigilancia para salvaguardar a las poblaciones de tetrápodos marinos de nuestro litoral. En este punto nos encontramos, y esperamos que pronto nos podamos sentar a establecer con el resto de partes interesadas los planes de acción pertinentes.