Podría calificarse así algunas de las que están surgiendo a nivel internacional en temas referentes a la mujer. Entre ellas, cabe mencionar los nuevos planteamientos basados en críticas destructivas acerca de lo que hacemos y de lo que no. Opiniones sobre si somos lo suficientemente buenas madres, sobre trabajar, dejar el trabajo para atender a la familia, tener hijos, no tenerlos, tenerlos pronto, tenerlos tarde, o que los intentos de cambio son causas perdidas no son más que una pequeña muestra de ello.
Ciertamente son críticas que siempre han existido en todas las sociedades y muchas veces han sido las impulsoras de distintos movimientos revolucionarios. Esta corriente que dará que hablar a lo largo del 2013 viene de un país que se considera a sí mismo adalid del desarrollo social, Estados Unidos, en el que ese supuesto desarrollo no ha impedido la existencia de la pena de muerte. Incluso su presidente, que saca todo el rédito posible a la imagen de su mujer, prescinde de ellas (nosotras) a la hora de rodearse de asesores. Es más, apenas un 29% de las mujeres norteamericanas se declara partidaria de la igualdad (y feminista por tanto).
Pero lo novedoso y más dañino de esas críticas es que provienen de otras mujeres alimentadas, posiblemente a partes iguales, por una especie de odio o complejo singular a su propia naturaleza y por otro lado por su incapacidad de prosperar por méritos propios. Son los nuevos modelos de ser trepa que algunos avispados (y avispadas) aprovechan para su propio rédito.
Contento estará más de uno.
¿Quién mejor para intentar hacer válidas unas críticas que alguien que supuestamente está en el mismo equipo? Mujer contra mujer en el sentido literal de la expresión.
¿Y por aquí, a este lado del mundo? Pues por lo pronto tenemos un gobierno destructor y aniquilador de derechos (porque recortar es un verbo que se les ha quedado pequeño) y que se ceba en la reducción de derechos en general y de los recursos en materia de igualdad con la clara finalidad de retornarnos a las mujeres a la esfera de lo invisible en particular. Sutilmente, claro, y con la connivencia y complicidad de algunas mujeres que miran más por el interés personal que por el general.
Sin embargo hay una diferencia sustancial y fundamental con respecto a la sociedad anteriormente mencionada y no es otra que el carácter rebelde de la mayoría de las españolas. Bendita rebeldía. ¿Qué mejor manera de luchar contra aquello que nos intenta oprimir hasta asfixiar que mostrando nuestra disconformidad, reivindicando lo justo y alejándonos progresivamente de la sumisión a la que otros nos pretenden doblegar?
Criticar a las mujeres es un juego relativamente fácil, igual que lo es manipular a unas pocas para que hagan lo que quieren unos cuantos. Ser mujer con todo lo que ello conlleva es el verdadero reto.