El sindicato policial advertía ayer en un comunicado el sentir generalizado en la Policía Nacional ante las quemas de vehículos que están sufriendo sus agentes. No es algo que deba pasarse por alto, pero no de ahora, sino de hace ya un tiempo, desde que empezaron a aparecer calcinados los vehículos de gente de la UDYCO. Antes eran los guardias civiles y también los de la Policía Local, algún vigilante, educadores... hasta le tocó a un profesor y últimamente a asociaciones islámicas que atraviesan nuevos enfrentamientos peligrosos. Es la cultura del fuego, la que esconde detrás un ánimo de venganza que puede llevarse a cabo sin problema, sin trabas, porque el sistema no funciona. De eso precisamente se aprovecha el delincuente: de los palos de ciego que dan quienes deberían aportar resultados. Aquí en Ceuta, mientras quemaban los coches de los policías, los jefazos jugaban a los soldaditos, ideando operaciones, blindando barriadas para obtener nulos resultados. Y así esa cultura del fuego se nos ha ido de las manos hasta convertirse en algo que, si lo cuentas en la península, se llevan las manos a la cabeza. No tiene explicación ni lo que ha sucedido ni lo que sigue sucediendo. Se ha vuelto a una fractura social evidente, en la que los delincuentes están más crecidos que antes y no tienen siquiera miedo a expresar la fuerza de su violencia de la manera que saben.Esa es la realidad. Los sindicatos hablan.El CEP lo hace de manera valiente, ¿y los demás?, ¿y la clase política que son quienes tienen más poder que nadie?, ¿acaso piensan que esto es un juego?, ¿dónde están sus valoraciones, o es que no ven la realidad?