Si después de la Segunda Guerra Mundial se declararon los Derechos Humanos con el fin de evitar que se repitieran las atrocidades cometidas durante la guerra, desde 1997 se conmemora cada 10 de Diciembre, también el Día Internacional de los Derechos Animales. Este día tiene el propósito de recordar a todas las víctimas animales sin importar la especie a la que pertenezcamos, porque todos los animales nacemos con el derecho intrínseco de ser poseedores de nuestra propia vida y de esta manera, tenemos el derecho de vivirla en libertad sin ser asesinados ni dañados.
Fundamentalmente los derechos de millones de animales, de individuos, dependen exclusivamente de nosotros, de cada uno de nosotros y de las decisiones que tomamos diariamente. Días como el de ayer, hacen que la necesidad de reflexión parezca mucho más urgente ¿De verdad podemos hablar de paz, no violencia, derechos o justicia, mientras arrebatamos la vida a millones de seres que al igual que nosotros lo único que quieren es vivir? ¿Podemos sostener la idea de que la violencia es menos violencia porque quien la sufre no pertenece a la especie humana?
La paz incluye necesariamente a todos los individuos que se vean perjudicados por la ausencia de ella y para millones de animales a los que hemos declarado la guerra, para aquellos que jamás encontraran la paz dentro de un matadero, un zoológico, un laboratorio o una perrera, el Día Internacional de los Derechos Animales supone la visibilidad de sus derechos negados. Activistas de todo el mundo, han conmemorado este día realizando actos en distintas ciudades, dando a conocer la verdadera cara de la explotación animal.
Gracias a ello, millones de personas, hemos decidido poner en práctica los Derechos Animales, sabiendo que estos, no dependen de ningún gobierno, país u organización que quiera cumplirlos, sabiendo que, nosotros mismos podemos marcar la diferencia, llevando a la práctica nuestro deseo de que se cumplan.