Caballas ofrecía ayer una rueda de prensa para reclamar la cesión de suelo militar que actualmente está en desuso. Aportaba una fórmula para que no haya excusas que veten la posibilidad de que solares que Defensa tiene abandonados lo sigan estando, mientras la ciudadanía ve cómo no pueden salir adelante proyectos muy necesarios tales como un colegio. Horas después fue el diputado Márquez el que anunciaba que sería el Congreso el encargado de estudiar la solución a esa cesión de terrenos militares. Miren ustedes, parece que ahora la clase política en el poder ha despertado y está viendo la luz al final del túnel. Miren que han pasado años de dejación absoluta y de permisividad al estamento militar, manteniendo negociaciones entre ministerios y jugando a la especulación con el dinero de todos los ceutíes. Ahora lo suyo sería que se aceptara, por la vía que sea, una cesión gratuita del suelo para que Ceuta pueda desarrollar proyectos necesarios y urgentes.
De momento nos quedamos con las ganas. El propio Márquez nos anuncia que tras gestiones de última hora se conseguirá que en 2013 se construya un colegio. Yo de momento no me lo creo, como tampoco me lo creí en época del PSOE. Son promesas que pueden truncarse y ahora, con la crisis como excusa, lo tienen fácil. Me quedo con lo que sí está aceptado que se construyan: aulas en los colegios. Dicen que 27. A mi compañero Luis Aznar le fastidia el término que uso para definirlas: son barracones del siglo XXI. Nuestros escolares estarán cada vez más hacinados en unos colegios cuya arquitectura ha quedado desvirtuada, en donde se han puesto demasiados parches, en donde se han eliminado espacios comunes con tal de meter niños y niños, como si esto fuera el camarote de los Hermanos Marx. Esa es la política educativa que existe: más aulas en el mismo espacio. O sea, barracones, le escueza a don Luis, le escueza a don Paco, el diputado.
Ceuta pide su desarrollo y expansión, clama espacio secuestrado por la clase militar, avanza a la desesperada... ¿es lógico? Creo que en esto estamos todos de acuerdo. El clima de crispación política y de crisis han provocado, al menos, que los que mandan y nos representan -los hayamos o no elegido- se pongan las pilas.