Ayer miércoles 14 de Noviembre, la TV nos mostraba la presencia de mucha gente en sitios estratégicos de las poblaciones españolas con objeto de hacer efectivo el derecho a la huelga general que había sido convocada para ese día. Las banderas, banderines y carteles con consignas, eran portados por los allí convocados con objeto de poner de manifiesto, una vez más, las razones que motivaban esa huelga. No cabe duda que la constancia en mantener sus criterios había sido mantenida, aunque no puedo opinar sobre cantidades ni entusiasmos. Lo que sí me importa, seriamente, es la actitud del ser humano ante los hechos que se producen en el transcurso de la vida, máxime cuando ya se tiene mucha edad y, por consiguiente, se han conocido muchas otras situaciones similares. Es muy compleja la actitud del ser humano ante hechos que afectan a su propia vida.
Toda persona tiene obligación de pensar y actuar de acuerdo con la verdad, con lo que es justo, con lo que supone el mejor grado de convivencia en la sociedad de la que forma parta. Es una obligación personal y también un derecho a ser atendido, de esa misma forma, por la sociedad. Es una correspondencia que se ha de ejercitar sin dobleces ni chanchullos por parte de nadie. Debe ser de una claridad plena y no debe caber la más mínima duda de que ello exige mucha atención a la verdad, sin permitir que se infiltre por cualquier resquicio ni siquiera el más mínimo de los posibles elementos de discordia que, por regla general, suelen ser las debilidades personales de unos y otros. No es fácil, ni mucho menos, mantener la limpieza absoluta en el quehacer humano; por eso es obligado que la conciencia personal sea exigente con uno mismo.
Soy plenamente consciente de las muchas y profundas tragedias que hay en la sociedad. En muchas ocasiones las he vivido personalmente, como muchas otras personas y las huellas en mi alma siguen causándome dolor. Es lo normal en todo ser humano, como normal debe ser levantarse a pesar del dolor de las heridas sufridas en el ánimo. Es mucho lo que hay que sufrir y si alguien busca el camino de eludir las causas que motivan esa dolorosa situación, en la que se encuentra tanta otra gente, debe ser consciente de que esa actitud daña a los demás y también a quienes así se comporten. La vida, para toda persona debe tener como base el luchar con serenidad y constancia por el bien de los demás, conjuntamente con el bienestar moral y material de uno mismo. Hay que dar todo, de uno mismo.
No enjuicio esta huelga general, más allá de lo que significa, en el fondo, el sufrimiento de tantísima gente. Me importa mucho el ser humano, como yo mismo lo soy, y quiero para él que quiera luchar con serenidad y constancia por el bien de su alma y la de cada una de las personas que formen su familia y de cualquier otra persona, cualquiera que sea su situación personal y su edad. Es la forma mejor para afrontar la adversidad, cualquiera que sea su cariz. Se sufrirá mucho, sin duda alguna, tanto directamente como de cualquier otra forma por quienes no tienen el mismo pesar que otros, pero que sí saben que deben poner toda su capacidad material y moral al servicio de los que no sepan qué hacer o tomen algún que otro camino poco o nada recomendable. Me duele que hayan tomado la decisión de desarrollar una huelga general; me duele cada una de las personas que, por una u otras razones, se haya visto obligada a tomar parte en ella. Sufro con cada uno de ellos y deseo que sus problemas se soluciones pronto. A todos nos corresponde luchar con serenidad y constancia para que nadie tenga que sufrir la adversidad en su vida o que sepa afrontarla con la mayor paz posible.