Son tantos los esfuerzos que con los recortes presupuestarios está haciendo el Gobierno de la ciudad, que a las magras arcas municipales no les quedan músculo suficiente para poner a mesa, mantel, dietas y boato a celebridades del PP. Me pregunto cuántos sueldos de un empleado harían falta para realzar con pan de oro el marco que la señora Cospedal considerara digno de su categoría y cuánto costarían las alzas políticas del señor Vivas para estar a la altura de tan imponente figura. Para entrar en la tupida agenda de doña Esperanza, hay que tener una garra política que, el señor Vivas, no saca más que en sus propios sueños.
Por otra parte, qué es Ceuta, sino la cabeza de un alfiler prendida en el extenso tapiz de intereses, que con melancólica parsimonia, entre puro y puro, don Mariano va tejiendo y destejiendo. Sabemos ya que la imaginación mancomunada de Presidencia, Festejos y Cultura nos sorprenderá de viernes a sábado con pasacalles, cortos, actividades físicas, gastronomía y algo de literatura, toda una ensalada de ocio y recreo en estricta armonía con el carácter del evento institucional.
Se entiende así de la viva imaginación de este Gobierno, agotado por los rigores del verano, que, no estando el bolsillo para banquetes, medallas y brindis, el señor Vivas nos amenice la fecha con un toque jocoso para pasar el día, sin presentar un programa más acorde con la celebración, que podría haber contado con una jornada de puertas abiertas del Palacio Consistorial, en las que el Gobierno en pleno recibiera a cuanto ciudadano quisiera visitar la sede de su más representativa institución y unos guías mostraran e instruyeran de cuanto el edificio de Romero Barrero guarda de nuestra historia.
Siempre en coherencia con los tiempos que corren y fiel a su derrotero, el Gobierno se apresta a convertir una fecha de alto contenido simbólico e institucional en una especie de grotesca romería o feria de barriada en las antípodas de los principios políticos que dieron impulso al logro del Estatuto, devaluando así, la percepción que los ciudadanos tengan de las instituciones representativas de su ciudad y de si mismo como comunidad. Ya vendrán días mejores, pensarán ellos, pero no sabemos si los ceutíes los premiarán con esa lotería. Al tiempo.