El Estrecho de Gibraltar ha sido siempre un punto estratégico muy codiciado por todas las potencias, dado que la que lograra hacerse con su total control tendría dominados el Atlántico y el Mediterráneo porque poder tener la vigilancia sobre ese brazo de mar que separa España de África es tanto como hacerse con el control sobre todas las flotas tanto de guerra como del intenso tráfico marítimo que por el Estrecho navega con cientos de grandes buques a diario. A ese valor geopolítico y estratégico de la Roca - y no a otra cosa – fue a lo que se debió que el año 1704 Gran Bretaña robara a España el Peñón, por la fuerza de las armas y con muy malas artes. Ese es también el único motivo por el que los británicos después han desoído, han pasado olímpicamente y se han reído tantas veces de las Naciones Unidas en cuantas Resoluciones han dictado para que Inglaterra, de una vez por todas, se siente a negociar con España la descolonización de Gibraltar.Y ese es el atraco, la afrenta y la injusticia más grandes cometidos por los británicos contra los españoles, que también lo es contra Europa y el mundo occidental, a los que el Reino Unido pertenece.
Pero aquella alevosa agresión cometida en 1704 por Gran Bretaña contra la soberanía de España, no sólo tuvo como objetivo la rapiña de Gibraltar, sino que la piratería británica intentó arrebatarnos también Ceuta por la fuerza, para poder dominar y controlar las dos orillas y tener así las llaves del Estrecho. Para todo ello, usó un triple engaño. El primero, contra su propia aliada Holanda, porque la flota conjunta estaba comandada por el Príncipe holandés Hesse-Darmstadt y el Almirante inglés Rooke. Su objetivo, según lo pactado, era conquistar el Peñón, para luego entregárselo al Archiduque Carlos de Austria, donde éste se proclamaría rey de España, cuya corona disputaba al primer Borbón, Felipe V, en la llamada Guerra de Sucesión, al haber fallecido el rey Carlos II sin dejar descendencia. La escuadra aliada estaba formada por 34.000 hombres, 61 buques, 4.000 cañones con 20.000 disparos que efectuaron, frente a sólo 100 españoles que defendían la Roca. Como se ve comparando las fuerzas, realizaron la gran “proeza” de luchar 340 anglo-holandeses por cada uno de los españoles. Claro, con tan abrumadora potencia aliada, a los pocos españoles defensores de Gibraltar no les quedó más remedio que abandonar la plaza. Y, conforme a lo acordado previamente por los aliados, el Príncipe Hesse-Darmstadt enarboló la bandera de Holanda; pero Rooke corrió a arriarla e hizo ondear la bandera inglesa, declarando que Gibraltar, a partir de entonces, sólo pertenecía a Gran Bretaña. Primer engaño inglés.
Más los británicos se rieron luego de los marroquíes porque, aprovechando que éstos tenían cercada por tierra a Ceuta y que los españoles llevaban ya nueve años soportando el cerco, pues urdieron engañar al Rey de Marruecos, Muley Ismail, para que les ayudara a tomarla, proponiéndole un pacto anglo-holandés-marroquí con la falsa propuesta de formar una triple alianza para forzar a Ceuta a rendirse y luego entregársela a Marruecos, a cambio de que este país les facilitara caballos y víveres que necesitaban para la recién robada Gibraltar. La estrategia consistía en que Marruecos redoblaría sus ataques por tierra, apoyado por mar por la escuadra anglo-holandesa que bombardearía la ciudad con su potente artillería naval; cuando, por otro lado, después se verá que también prometían a los ceutíes que, si les entregaban Ceuta, ellos obligarían a los marroquíes a retirar el cerco. El Rey marroquí, ante la suculenta presa que creyó le iban a servir en bandeja, rápidamente mordió el anzuelo y se alió con los anglo-holandeses, les envió los víveres y caballos que necesitaban con la fragata británica Learek llegada al efecto a Tánger, y también un magnífico regalo con una misiva y la devolución de los esclavos británicos que Marruecos tenía en su poder. Segundo engaño inglés.
Sólo unos días después del latrocinio cometido contra Gibraltar, el 12-08-1704, no colmada la insaciable codicia inglesa, varios buques de la flota aliada entraron en el puerto ceutí y, a través de Baset Ramos, un español Marqués de Cullera que traicionó a España, intimidaron al Gobernador de Ceuta, Marqués de Gironella, para que les entregara inmediatamente la plaza, prometiéndole que, si lo hacía, obligarían a retirar el sitio marroquí que Ceuta llevaba sufriendo desde 1695, y que luego duró 33 años. Pero la arrogancia inglesa esta vez se topó de frente con el valiente Gobernador ceutí, que tuvo lo que hay que tener, y con gran gallardía, entereza y dignidad del cargo, no permitió que atracara en el muelle la lancha con la que se le enviaba la orden de capitulación y, además, le hizo llegar un categórico comunicado suyo con el Juez de la plaza, Guevara de Mendoza, advirtiéndoles: “No reconozco otro dueño que al Rey que me entregó Ceuta para su defensa, y por ella moriré primero entre sus ruinas antes que dejarla en otras manos ni que se vea señoreada de otros estandartes; y no se me vuelvan a hacer más proposiciones sobre semejante materia, porque además de no volverlas a oír, experimentaría mi firme resolución”. El pueblo de Ceuta hizo causa común con su Gobernador, y hasta el Obispo D. Vidal Marín ordenó a los eclesiásticos que empuñaran las armas en defensa de la plaza. Y, ante la contundente firmeza de Gironella, los aliados no tuvieron más remedio que retirarse, por el gran número de vidas que la toma de Ceuta les iba a costar. El heroico y leal Gobernador enfermó y falleció el 4-10-1704 de muerte natural. Pero esta vez el orgullo y la soberbia de los ingleses no pudo con el indómito valor de los españoles.
En cuanto que los anglo-holandeses tuvieron que desistir, no sólo se desentendieron del pacto con los marroquíes, sino que hasta entraron en guerra contra ellos. En mi investigación, he localizado que el 19-08-1704 la Gaceta de Madrid (actual B.O.E.) publicaba un estupendo artículo resaltando la férrea y heroica resistencia de Gironella y todo el pueblo ceutí, elogiando a ambos bajo el título de “Gobernador meritísimo de Ceuta”. La misma Gaceta, en su nº 9, página 36, de 3 de marzo, recogía textualmente: “Por noticias seguras de Tánger y desertores de Gibraltar, se ha sabido que, habiendo pasado el Alcayde Alí Benabdalá a Mequinez con un enviado de la Reina de Inglaterra que desembarcó en el Puerto de Tánger, tuvieron diferentes conferencias con el Rey Muley Ismail a donde discurrieron todos los designios para la próxima campaña; de que resultó mandar pasar muestra de toda gente militar que tenía pronta para venir en persona el mismo Rey a la toma de Ceuta; y con tanta confianza que sin cautela alguna publicaron los moros que vienen a ganarla con el sufragio de la Armada inglesa, que por mar les ha de favorecer para este fin en llegando la oportunidad que con impaciencia aguarda para hacerles entrega del terreno de la plaza, como se lo tienen ofrecido los ingleses, y pasar con sus armas y soldados de la guarnición a proseguir la conquista de España, para cuyo efecto dio orden Muley Ismael al Alcayde Alí para que los socorran con trigo y caballos, cuan viere, que estas esperanzas van fundadas con felices efectos; y en el ínterin, que mantenga la amistad con el Príncipe Darmstardt otorgándole los refrescos que necesitare por convenir así, según lo tratado en la mezquita con todos sus Consejeros de Guerra y Estado.
Y para que, en negocio de tanta entidad suya, no haya la menor omisión, decretó que se reclutasen cuantos caballos hubiese de trabajo, para tenerlos pronto y poderlos beneficiar a los ingleses en la ocasión forzosa y no necesitar de llegar a los suyos de silla. Y con estas órdenes llegó el AlcaydeAlí a Tánger, a quienes envió el Príncipe Daemstardt a cumplimentar con un Ingeniero de toda satisfacción, y para que registrase el sitio de Ceuta; y habiendo ejecutado, reconoció todos sus ataques, arbitrando a los moros que levantasen el colocado con faginas, para poner seis piezas de batir, porque, de no ejecutarlo, no conseguirían cosa alguna en beneficio suyo y en detrimento de la plaza. Asimismo se ha sabido que el Príncipe Darmstardt ha enviado desde Gibraltar otro Ingeniero al campo de Ceuta, llamado Mestre Esmit, que se ha hallado en Flandes, en Francia y en Italia y estudió en la Universidad de Oxonia, y muy práctico en diversas leguas, el cual, habiendo visto los ataques de los moros, les dijo que muy fácilmente les daría él industria para que por tierra se ganase Ceuta, porque por mar era inexpugnable”. En resumen, que el facineroso robo que se nos hizo de Gibraltar estuvo envuelto en engaños y mentiras a sus propios aliados y a Ceuta, y también pudo haber hecho de esta ciudad otro Gibraltar, de no haber sido por su valiente Gobernador, que no se dejó engañar y derrochó todo el valor y heroísmo que un Comandante de plaza debe tener. Y del valiente pueblo ceutí, que entonces tenían en la puerta de entra a Ceuta por el Puente del Cristo el lema de la siguiente frase lapidaria que decía: “Muertos sí, vivos no”.