Que los populares vayan perdiendo intención de voto después de haberse visto intimados a incumplir gran parte de su programa, es algo normal, no hace falta que lo digan las encuestas, basta con asomarse a la calle y escuchar lo que la gente va diciendo. También es cierto que el PSOE ha quedado como un partido castigado, sometido al ostracismo por la enorme cantidad de negligencias políticas que cometieron, y porque no aportan ningún tipo de disyuntiva. Es fácil criticar cualquier medida que propongan los populares, lo difícil es proporcionar la alternativa, y esto aún no lo han hecho.
La subida de impuestos y la bajada de salarios de los empleados públicos son las dos medidas que más impopular y más desgaste han hecho a este gobierno. Sin embargo casi nadie ha mostrado su contento por el acierto o el éxito de algunas medidas, como la redistribución del pago farmacéutico (que ha conseguido un ahorro de más del 20% y destapado el uso fraudulento de 200.000 tarjetas), la eliminación de privilegios a altos cargos, o las reformas del sistema judicial.
Todos nos hemos convertido en grandes críticos, sin pensar que ahora es el momento de hacer grandes políticas. El camino fácil nos conduce a un gran fracaso, el camino difícil es duro y cruel, pero es el único que nos lleva a una salida. Las reformas son el camino incómodo que solo los grandes estadistas saben escoger, gobernar sin pensar en los votos es un acto de responsabilidad que hasta la fecha solo el Partido Popular sabe realizar.
Cualquiera puede echarse a la calle a vociferar con consignas populistas sobre empleo, subsidios, subvenciones, vivienda y un sinfín de graciables que muchos partidos están interesados en distribuir para garantizarse un clientelismo político. Otra cosa es decir de cual o tal partida presupuestaria y con qué ingresos se va a sostener ese populismo irreflexivo.
Si la debacle de los populares viene por la adopción de medidas malquistas pero responsables, bienvenidos sean estos gobernantes. Prefiero a quienes me cuentan la realidad del asunto y adoptan las medidas necesarias para arreglarlo, que a aquellos que ven brotes verdes sobre la tierra que nos entierra.
Llevo mucho tiempo anunciando que la abstención es el gran hándicap de los partidos políticos. Fundamentalmente de los populares. La derecha española no gana elecciones, las pierde la izquierda. Ahora, por fin, se dan las condiciones de gobernar sin tapujos, es el momento de convencer a aquellos que piensan que no se juegan nada en las elecciones.
Ninguna democracia puede permitirse el lujo de tener unos porcentajes de absentismo tan importantes en unos comicios y seguir llamándose democracia. No hay debacle popular, sino oportunidad histórica de cambio de conciencia electoralista. Ojalá, los populares, no vuelvan a meter la pata como en Andalucía, confundiendo moderación con similitud.