Es su gran día. Patrona y Madre, Gobernadora, Alcaldesa Perpetua y Capitana, la Virgen de África está hoy más que nunca en el corazón de sus fieles devotos, se encuentren donde se encuentren. Día grande, sí. Más en esta ocasión en la que el 5 de agosto viene a aunar el fin de los festejos en su honor con la tradicional salida procesional de la imagen.
Procesión en la que no estará la Banda Ciudad de Ceuta como venía sucediendo desde hace más de quince años. Una fiel presencia que prácticamente venía de 1986, cuando dicha banda municipal quiso hacer su presentación oficial ante los ceutíes interpretando el himno nacional a la salida de la imagen para la ofrenda floral de aquel año. Nuestros músicos, muy a su pesar, me dicen, serán sustituidos en esta ocasión, porque así lo ha querido la Cofradía, por la banda de la Asociación Cultural La Oliva de Jaén. Bueno sería que se nos explicaran las razones sobre tal decisión que, desde fuera, a muchos se nos hace difícil de entender.
El 5 de agosto es una fecha pródiga en efemérides patronales desde que el obispo Antonio Ibáñez y de la Riba Herrera instituyese la festividad de Santa María de África, recogiendo una devoción popular que, desde 1421, profesaba a su Virgen el pueblo de Ceuta. Hecho al que sucedió, tal día como hoy de 1752, la consagración del actual templo por el obispo de la ciudad, Martín de Barcia.
Nuestro Ayuntamiento siempre estuvo fielmente presente en la celebración religiosa de este día en dicho santuario patronal, desde 1780, siendo recibida y despedida la corporación a la salida del templo por una diputación del Cabildo Eclesiástico, según una disposición del obispo de aquel año, para que fuese repetida anualmente en tal solemnidad. Un ritual que, por cierto, se vio envuelto una sonada polémica en el año 1825, cuando el Cabildo Municipal ni fue recibido ni despedido a las puertas de la iglesia hasta que, por fin, nuestro obispo residente logró calmar las aguas.
La tradición de la salida procesional de la Patrona el 5 de agosto tiene sus orígenes en 1952, coincidiendo con el segundo centenario de la consagración del santuario, acto en el que se quiso conmemorar también la primera misa oficiada en Ceuta, el día después de la conquista de la plaza por Portugal. La iniciativa se reforzó dos años después, otro 5 de agosto de 1954, cuando la Virgen fue proclamada Alcaldesa Perpetua de la ciudad, imponiéndosele la medalla correspondiente. Un multitudinario y emotivo acto que todavía recordamos algunos en la plaza de su nombre, en el que también se proclamó su patronazgo canónigo.
Fue a partir de entonces, coincidiendo con el final de los festejos o bien, al igual que ahora, el día de la festividad, como se institucionalizó la procesión de nuestra Virgen de África. Tradición que tristemente vimos cortada de raíz en 1990, después de que aquel intempestivo jueves 7 de marzo del año siguiente, la imagen fuera trasladada a Madrid para su restauración, dejándonos durante 281 días huérfanos de su presencia por primera vez en quinientos años de historia.
La Virgen regresó en 1991, pero no pudo procesionar hasta 1996, después de que el 5 de agosto del año anterior, miles de ceutíes se congregaran de forma espontánea en la plaza de la Constitución para exigir que su venerada imagen volviera a salir a la calle, vestida y coronada. Atrás quedaban así cinco tristes años de ausencia de una hermosa tradición con la que los gobernantes socialistas de entonces en perfecta sintonía con el obispo Dorado y el padre Béjar, pretendieron acabar de un plumazo tras la restauración, aduciendo el peligro que supondría para imagen su salida procesional, y a la que hasta se le negó rotundamente la posibilidad de volver a ser vestida, tal y como los ceutíes la habíamos conocido desde niños.
Por ello el 5 de agosto de 1996 fue un día memorable. Previamente a la salida procesional, el nuevo obispo Ceballos ofició una misa a la que asistieron todas las autoridades, y millares de personas, emocionadas, aclamaron a su Patrona en la calle. La pesadilla había quedado definitivamente atrás.
Destaquemos por fin una última efeméride del día referida ya a 2001, cuando en un solemne Pontifical en la catedral tuvo lugar el hermanamiento entre la Virgen de África y Nª Sª de la Victoria, la patrona de Melilla. Se cumplía así la petición de hacía varios años de la Congregación de la Victoria bajo el impulso de la Casa de Ceuta melillense, como forma de la unión permanente de las dos ciudades a través de la devoción religiosa hacia sus respectivas patronas.