La figura de Ortega y Gasset es algo asimétrica, pues aúna brillantes contribuciones al pensamiento y una enorme fuerza y energía para elevar a nuestro país a la modernidad intelectual con un cierto posicionamiento poco meditado que lo llevó por vericuetos algo carpetovetónicos en su concepto de lo español. Esto, junto con sus tics elitistas y sus comentarios superficiales y sin profundidad sobre un pintor revolucionario del arte como Goya, convierte en cierta manera al premio que lleva su nombre y celebra a “la masa pensante” en algo paradójico. Pero en fin, todos los seres humanos, sean estos brillantes o no, están llenos de contradicciones que nos hacen más humanos y, al fin y al cabo, nos señalan el camino de nuestra imperfección y al mismo tiempo del secreto de la felicidad. Una divertida pero muy lúcida frase de Fernando Savater reza “la creación es una zancadilla que dios puso a la nada para precipitarnos en la existencia”, así que procuremos ser felices el tiempo que se nos ha dado, siendo más que posible que la sana productividad y la dedicación vocacional sean buenas aliadas para enfocar nuestras estancias vitales en este nuestro particular bucle de la existencia. Lo verdaderamente relevante de nuestro articulito de opinión es que han concedido un premio de periodismo a nuestra querida amiga Carmela Ríos en la capital del reino, el prestigioso galardón denominado Ortega y Gasset de Comunicación en la modalidad de Periodismo Digital. Carmela es una amiga y, además, miembro de Septem-Nostra y nos sentimos muy orgullosos de tenerla entre nuestros aliados. Las mentes lúcidas y comprometidas son tan necesarias que, al menos en determinados momentos, podemos generar la ilusión de una evolución social hacia un estadio más avanzado y equilibrado. Este paseo periodístico por el 15 M, por el que le ha sido concedido este premio, conecta mucho con nosotros, a pesar de que no todos pensamos de la misma manera sobre el movimiento ciudadano generado, por diversos y profundos motivos. Algunos pensamos que lo interesante del movimiento generado en el 15 M es, sobre todo, que se ha inaugurado una forma de revolución social, en general pacífica y de largo recorrido, que pretende transformar la sociedad y para ello propone un avance significativo hacia la democracia participativa, verdadero anatema de la actual forma electoralista de hacer política de masas. Una lástima que el movimiento no perciba la elevada densidad de población como uno de los principales acicates del capitalismo consumista, y también como el gran azote del sistema eco-económico y por tanto de la sostenibilidad de nuestra sociedad moderna.
Solo una persona sensible como Carmela puede captar la importancia de la cultura de los cuidados. Los que la conocemos sabemos lo importante que es para ella estar cuando se la necesita. Acaso, ¿no es eso en gran parte lo que ha estado haciendo cuando grababa sus imágenes en Sol?. Preocuparse de lo que estaba ocurriendo, estar al lado de lo que sucedía con la curiosidad de la periodista realmente interesada en contar los acontecimientos del momento, cuidarse de los sucesos que interesan, además, invirtiendo para ello el tiempo de ocio y, posiblemente, recursos económicos, todo ello es altruista. Ningún periodista de la actualidad que se precie puede estar ajeno a los principales acontecimientos sociales que se están generando, la sostenibilidad es el gran reto al que se enfrentan nuestras sociedades y Carmela se implica como ciudadana y también como profesional. Si bien el sentido común podría dictar caminos fáciles de seguir a los seres humanos para impedir que el principal problema ecológico, esto es, la elevada densidad de población, nos ahogue a todos, esto no ocurre así, sino que la improvisación colectiva y los grandes intereses de muchos impiden que esto se produzca y que sigamos con pan y circo para todos, mientras aguante la biosfera. El propio movimiento social del 15 M es una clara llamada de atención popular a la locura colectiva que se está perpetrando contra los intereses de todos, una especie de todos contra todos que podemos vislumbrar en algunos ejemplos concretos, como es el caso de las hipotecas de viviendas. Las entidades bancarias ofreciendo hipotecas y los ciudadanos aceptándolas e invirtiendo en ellas de por vida. Luego vienen las lamentaciones de todos y algunos solicitan un gran cambio repentino de mentalidad política, sin haberse implicado previamente en movimientos ciudadanos. Otros descontentos sociales crónicos son ya dementes violentos que se confabulan en hordas que saquean y destrozan todo lo colectivo por pura venganza desesperada. Los grandes personajes de todos los tiempos, como Luis de Camoes sufrieron muchas injusticias y vivieron frecuentemente, si no siempre, en situación de miseria, pero no dejaron de mostrar la sociedad tal y como la veían. En el caso del poeta portugués, su lucha fue la denuncia, en forma de crónica poética e histórica, contra las enormes diferencias sociales, la sinrazón, la crueldad y la explotación brutal de la mayoría por parte de unos pocos. Las apariencias engañan bastante y realmente poco ha cambiado desde entonces. Solo algunos países han conseguido equilibrar algo la balanza pero, a nivel planetario que es como debemos enfocar ciertos problemas, la mayor parte de la riqueza que se genera en el planeta está concentrada y es destilada en forma de dinero hacia unas pocas familias, el gran poder económico, merced a la energía barata que permiten los combustibles fósiles. Este poder solo ha cedido para permitir ciertas ventajas sociales después de muchos sacrificios y conquistas en unos pocos territorios privilegiados, y para ello, el resto de los territorios están marginados de los beneficios económicos y despojados de sus recursos ecológicos, cuando no envueltos en una locura política de guerras e intentos de ascenso en la escala mundial a base de desarrollismo, pérdidas de acervos culturales y mucha ignorancia. En las megas sociedades opulentas, sin embargo, muchos otros problemas se han generado a costa del consumo desenfrenado y los nuevos hábitos de vida que puede que aumenten artificalmente el periodo vital humano, pero acortan claramente el bienestar y la salud, en un sentido pleno del término. El reflejo periodístico que a Carmela le ha tocado mostrar es nuevamente la percepción de un gran carro de los locos del Bosco, donde tanto los poderes como el pueblo van envueltos en la misma locura colectiva del inmediatismo y de la ausencia de visión de sí mismos y del futuro de nuestra especie en la efímera biosfera que nos ha generado, con más conocimiento práctico que nunca en la historia de la humanidad y con la sombra horripilante de autodestrucción colectiva de todo lo que merece la pena por exceso de almas. La gea es abundante, persistente y resistente, en cambio la biosfera es, de momento, única y por tanto escasa, frágil y muy efímera. No es el poema, a pesar de las pancartas pareadas expuestas en Sol, el medio elegido para describir el acontecimiento por Carmela sino algo más plástico. Algo así como una especie de cuadro virtual, un colage de virtualidad que muestra la realidad de los acontecimientos con un mensaje corto y sencillo que, en sí mismo, encierra la sencillez moral y aleccionadora con algo que recuerda a la candidez de los diálogos de Vives. Goya, que refleja a través de su imaginación, inspirada en los hechos que presenció, la humanidad en esencia, despojada de majestad y vestida de brutalidad postanimal proveniente tanto del populacho más záfio como de la justificación ilustrada, es lo que, desde nuestra perspectiva, se acerca más a la labor de Carmela. ¿No es brutal despojar al pueblo de todo lo que tiene, de todo lo esencial incluida su dignidad? ¿No es peor la muerte social a la que están condenados muchos ciudadanos que una muerte física violenta y rápida? Posiblemente, esta última pregunta no tenga respuesta acertada pero la pérdida de vida social y de salud, en sentido amplio, al estilo del siglo XXI es lo que clamaban los ciudadanos españoles en muchas ciudades, y esto es, en gran medida, lo que estaban motivando las protestas y reuniones convulsas de los ciudadanos en Sol. A pesar de que Ortega no acertó con Goya (véase Goya a la sombra de las luces de Teodorov), concordaría con el retrato periodístico elaborado por Carmela, esto es, mostrar todo aquello necesario para que otros puedan opinar con suficiente juicio, ¿no es esto la misma esencia del periodismo? Es racional y vital y lleva también implícito sana indignación. Deseamos creer que, por estos motivos y por su originalidad y la sencillez metodológica de la propuesta, es por lo que se le ha concedido el galardón. En esto de mostrar movimientos colectivos en situaciones inverosímiles con distintos resultados, tanto el periodismo como el arte y el ensayo filosófico son eternos aliados. El periodismo puede mostrar la realidad con una imagen, conmoviendo y provocando a la rebelión cognitiva y a la catarsis colectiva sin llegar a tomar partido. Al fin y al cabo, los culpables de estas realidades somos todos y solo la precocidad de nuestra especie y su todavía persistente locura e inmadurez ha provocado que nuestros vecinos y amigos se queden en la calle sin sus viviendas, y que los bancos sean rescatados de la quiebra y continúen su bulimia infernal cobrando intereses después de hurtar las viviendas, eso sí, debidamente justificado por el estamento burocrático o el circunloquio, como nos gusta llamarlo a nosotros después de haber leído una ilustrativa novela de Dickens. Todos los cuerdos están algo locos, pero hay muchos dementes que no lo parecen enfundados en sus disfraces profesionales y sus usos y costumbres, dando apariencia de personas normales, con algunos tics de delirios de grandeza o ciertas amnesias alérgicas a recordar su pasado, e incluso a reinventarse una nueva identidad con tal de no afrontar la vida cara a cara. Carmela está plenamente cuerda y lo justo de “loquita” para vivir la vida plenamente y seguir conectada a sus recuerdos, a sus amigos de Ceuta y a sus raíces, que la ancla firmemente en la existencia y le provoca junto con su profesión una gran capacidad raciovitalista y pasión por vivir genuinamente, sin máscaras. Enhorabuena y espero que te gusten estas modestas letras.