Eso de aprobar leyes no va con Ceuta. Aquí las cosas suceden de otra manera. Mantener los privilegios de determinada corte, no molestar al vecino o hacer que todo funcione como siempre han sido metas de todos los políticos que han tenido derecho a mando. La doble moral impera, por eso echamos mano de las especificidades cuando queremos adaptar la ley a nuestros intereses. Ha pasado siempre. ¿Qué el narcotráfico es delito? Sí, pero mientras los narcos nos dejen dinero y alimenten los negocios y el lujo del euro... aplicamos la doble moral y nos hacemos blandengues. ¿Que cabría aplicar un control como debe en la frontera y remodelarla para que dichos controles sean eficaces? Sí, pero optamos por el tercermundismo actual y los controles superficiales para evitar la generación de largas colas y que al final el vecino proteste y decida relajarse influyendo negativamente en los controles migratorios. ¿Ya lo ha hecho no? Y ahí tenemos la prueba: ¿por qué ahora sí blindan su parte del Tarajal para evitar las entradas de decenas de personas a la carrera como ha estado sucediendo durante todo el verano? De nuevo la doble moral. Hay que tensar poco y aparentar mucho para que el sistema funcione.
Lo mismo sucede ahora con la medida adoptada en Consejo de Ministros sobre el turismo sanitario y la necesidad, incluso, de reformar la ley de extranjería. Lo que es ley para todos, en Ceuta se altera y se busca la especificidad que nos libere de lo que es legal o no. ¿Hay que atender a extranjeros sin cobrar? El Gobierno está por la labor de que no, ¿pero en Ceuta, puede molestar esta medida al vecino país cuando se le corte el grifo a tantos y tantos ciudadanos que se nutren de la asistencia sanitaria local? Las alarmas y la siempre dominante doble moral hacen su aparición y asoman los matices. “Se atenderá a marroquíes en situaciones humanitarias”, avanza Paco Márquez. ¿Pero quién marca cuando es una situación humanitaria o no?, ¿y los partos, son humanitarios?, ¿y determinadas enfermedades...? El PP con esta coletilla sabe que está poniendo las marcas diferenciales que siempre han caracterizado a dos ciudades, Ceuta y Melilla, en donde no caben leyes, y que aparecen convertidas en meros termómetros de cómo deben funcionar las relaciones con sidi Mohamed. ¿Seriedad? Ninguna.