Con el conflicto político sindical encima de la mesa se están generando cuantiosos debates en torno al funcionamiento de la Ciudad Autónoma. Es importante que la ciudadanía conozca datos que son para llevarse las manos a la cabeza. Datos de cobros por pluses que siempre se llevan los mismos a su bolsillo; datos de nóminas que cobran determinados cargos que terminan siendo insultantes en estos tiempos de crisis que nos han hecho más sensibles; datos de número de asesores y sus complementos, de número de liberados y su coste en un momento de representatividad cuestionada; datos de quiénes son los receptores de las dedicaciones exclusivas y por qué se permiten en profesiones en las que no se debiera. La caja de los truenos se ha destapado y la ciudadanía asiste jornada tras jornada a un espectáculo en el que hay un objetivo claro: ahorrar un millón, pero demasiados intereses en juego. Con los sindicatos enfrentados a los políticos y éstos a su vez cuestionando a los sindicalistas estamos dejando pasar otro debate realmente jugoso que es el relativo al funcionamiento de esa maquinaria llamada Ciudad Autónoma. El Ayuntamiento ha funcionado como le ha dado la real gana al político de turno, usando el dinero de todos para una serie de permisividades de las que sacaba partido en forma de votos. Las concesiones con el dinero de todos eran interesadas, y ahora que ha llegado la crisis han empezado los miedos, los recortes, las advertencias. El Gobierno es culpable de haber permitido esta situación y ahora viene pidiendo una solidaridad que no va a encontrar porque el monstruo ha entrado en rebeldía. Al ciudadano ajeno a esa maquinaria todo lo que ve le resulta indignante, bochornoso, insolidario... un insulto con demasiados responsables.