Hace unos días nos dejaba para siempre Enrique López Buitrago, nuestro querido Chaito, para los que tuvimos el placer de conocerlo. Siempre con su genuino e incansable silbar, Chaito nos daba una lección en su forma de ver y aceptar nuestro convivir diario. Amigo de todos, especialmente del colectivo al que pertenezco, el taxi, y es cuando tuve la suerte de conocerlo, de gozar de su amistad ya hace años, muchos, cuando llegaba al taller de mecánica de Juani, en Jaudenes, a por agua. Y allí comenzaba, con sus bártulos de limpieza. Generoso, siempre amable, siempre bien con todos, con su trabajo y esfuerzo, siempre orgulloso de cómo sacaba a los suyos adelante.
Te has ido pronto, y tu marcha, inesperada, nos deja triste. Ya te echábamos todos de menos, pero ahora aún más.
Ahora envidio a los que contigo están en el CIELO, ya que ellos podrán disfrutar de ti, de tu compañía y de tu gran corazón. DESCANSA EN PAZ.