Las administraciones tienden a ejercer de plañideras basando su actuación política en la solicitud de fondos económicos para llevar a cabo proyectos. Eso de generar riqueza, eso de buscar yacimientos económicos parece que choca en una ciudad acostumbrada a que le lluevan las financiaciones externas. Que no digo que este mal: a nadie escapa que Ceuta arrastra muchas peculiaridades que hacen que requiera de una ayuda externa porque, sencillamente, asumimos problemas por mera ubicación fronteriza. Pero hasta ahí, a todo hay que poner un punto o un límite. Y esto hace que las administraciones no se duerman al verse beneficiadas de unas inyecciones exteriores sencillamente porque esas inyecciones fallan y cuando en la casa no hay chicha y fuera te dan poca... ya saben lo que ocurre: problemas, proyectos que no se ponen en marcha e, indirectamente, puestos de trabajo que se agotan.
Ceuta y sus políticos han pecado de un conformismo que ha terminado por pasar factura. Un conformismo que les ha llevado a esperar nutrirse de las ayudas que lleguen del papá Estado o de la abuela Europa, sin hacer los deberes en casa para prepararse ante la llegada de tiempos malos. Ese prepararse no había que descubrirlo porque han sido los mismos políticos que ahora lloran los que antes nos decían eso de que había que buscar negocios propios, crear empresas, generar el tejido industrial, productivo... y todo lo que ustedes se saben de memoria. ¿Y qué industria hemos creado? Las Reglas de Origen no han servido, ni por asomo, para lo que se prometía (que se lo pregunten a Alice) y los polígonos industriales famosos dejan mucho que desear... y no recordemos las empresas punteras que con ayudas de Procesa iban a crear un mercado que nos iba a hacer famosos fuera de Ceuta... pues ya ven: busquen los mejillones made in bahía ceutí a ver si los encuentran.
La crisis nos azota y nos enseña su peor cara, las empresas empiezan a perder clientes que, embargados, no saben ni cómo afrontar un 2011 más descarnado que el anterior y las administraciones se esfuerzan por hacer creer a las instancias superiores que Ceuta es diferente y que tiene que recibir más ayudas que nadie. ¿Y si esas ayudas no existen? Las vacas flacas dan paso a otras famélicas que, lastimeras, demuestran que no había políticos tan aplicados ni deberes tan bien hechos. Sigamos llorando, hay pañuelos para todos.