Reconforta saber que tus ojos dicen la verdad; que tras la frialdad de tu mensaje se escuchan los ecos del rigor y la generosidad. Nos escondemos al abrigo del televisor en espera de la noticia beatífica que nos libere: “El hambre y la locura han desaparecido del mundo”. Pero una cosa es dejar volar la imaginación, y otra muy distinta romper las barreras de la inacción.
En la imagen, individuos chaqueteados caminan presurosos hacia sus despachos. Deben corregir los pasos de un gigante de metal y hormigón. Apenas tienen tiempo para la foto. El tiempo: antaño tan abundante como las olas del mar, ahora es un bien escaso en este apartado universo, como lo es la madera o como el oro en el lodazal.
Y, entretanto, yo. A pesar de la experiencia conseguida no consigo desprenderme de mi enfermedad, y eso que tengo trabajo, familia y una cama donde madrugar.
En este orden de cosas, las preguntas estremecen mi despertar: “¿Cómo ha de ser padecer esquizofrenia en el corazón de la hambruna, de la fatal soledad? ¿Cuándo tendrá fin la miseria, que se repite como la sequía, o como la tempestad? ¿Hasta cuándo esperarán los que han sido despojados de su vestimenta y de su dignidad? ¿Hasta cuándo la desdicha?
En realidad, la única diferencia con los países desfavorecidos es que aquí tenemos hábiles ingenieros que supieron hacer acequias, y así el trigo puede madurar con la bendición del sol.
¿Será por ingenieros? ¿Será por médicos, joviales y cercanos? ¿Será por espacios publicitarios, en plena sociedad de la información?
Cuando todo el mundo tenga para comer, ya nadie será más que nadie. La revolución consiste en transformar la miseria en un humilde ajuar. Cuatro cosas son las únicas que un humilde ansía para sí: agua, pan, y algo para mojar. Sin olvidar las pastillas, tan necesarias como el chamán.
A favor tenemos 6.000 millones de hombres deseosos de luchar por los suyos, y un mundo virgen de ideas donde proyectar nuestras ilusiones.
Así como el fuego precede a la ceniza, o la noche precede al sol; así la unión precede a la victoria.