El nuevo apagón de esta semana, el más importante de los últimos sesenta años, ha dejado dos cosas claras. Una es que la empresa de alumbrado y el Gobierno de la Ciudad tienen un poca vergüenza ilimitada, y la otra es que, desgraciadamente, los ciudadanos somos unos peleles en sus manos. Y es que, no se puede entender de otra manera que, la mayor crisis eléctrica de la historia reciente de Ceuta se saldase con una pesudo amenaza por parte de la empresa a la Ciudad desvelando la existencia de unas deudas desconocidas y no cifradas hasta el momento, y con el más que sospechoso silencio como respuesta del Gobierno Vivas.
Las deudas, y una liquidez cada vez más débil que provoca una multitud de retrasos en los pagos a proveedores, han generado otro tipo de desequilibrios además de los propios financieros en la Ciudad. Las “grandes empresas” las están usando para negociar cualquier otro tipo de asunto de su interés con el Gobierno obteniendo beneficios que, de otra manera, jamás alcanzarían. Privilegios, prerrogativas y demás prebendas están provocando situaciones ventajosas para estas empresas en detrimento del interés general y de la ciudadanía en último término. Se negocia con el silencio y se rozan actitudes, cuanto menos, inmorales.
El caso de la empresa de alumbrado y la deuda con la Ciudad es un claro ejemplo de ello. No se puede concebir de otra manera que los casi veinte apagones que llevamos no se hayan resuelto jamás con expediente sancionador alguno, a pesar de tener el Gobierno los mecanismos administrativos a su alcance y la legislación sectorial de su lado. Vamos, hablando en plata, hasta ayer sabíamos que Vivas no les multaba porque no le daba la real gana, y ahora, gracias a la intervención de los responsables de la empresa, sabemos que Vivas no les multa porque no se atreve, no vaya a ser que le saquen los colores ofreciendo datos concretos sobre la deuda real que con ellos tiene contraída. Y mientras tanto, los ciudadanos y ciudadanas sufriendo los cortes de luz y las innumerables consecuencias de tal desaguisado.
La situación, que repito no es excepcional, ha evidenciado que la defensa del interés general pasa a un terciario plano para el Gobierno y con una sola amenaza basta. En esta ocasión, por impericia, por un desliz o tal vez por soberbia de los responsables de la empresa, los ciudadanos hemos podido saber que existe una deuda –entiendo que importante, de lo contrario no hubiera acabado siendo protagonista de todo este entuerto- que, sin venir a cuento, o tal vez sí, se ha dado a conocer en esta polémica del apagón. Pero, lo que cabe plantearse es, ¿cuántas deudas más existen? ¿A cuántas empresas más les deben algo? Verdaderos “pequeños lobbies” aprietan y desvirtúan la acción de gobierno de un Ejecutivo amarrado por sus propias redes que ha ido tejiendo, y mientras tanto, los ciudadanos y ciudadanas pagando religiosamente nuestros impuestos.
Y el Gobierno, esperando a que pase el tiempo y la memoria diluya cualquier recuerdo sobre apagones y deudas al descubierto, calla sibilinamente y se inhibe de cualquier responsabilidad. Todo lo cura el “efecto Vivas”.