La clase política vuelve a ser una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos. La mayoría de los españoles piensa que los políticos son uno de los principales problemas que tiene España. Y esto no es casualidad, estos malos datos para la democracia se asemejan bastante a los obtenidos en 1995 en plena descomposición del gobierno socialista de Felipe González. Es decir, en España, siempre que gobiernan los socialistas se acaba dando una imagen nefasta de la política y los políticos. O lo que es lo mismo, siempre un gobierno socialista acaba en decrepitud de la imagen de las instituciones democráticas, dígase pobreza, paro, desesperanza, GAL o BILDU.
Concretamente, en esta ciudad se ha presentado el informe sobre la juventud en Ceuta y también ahí se comprueba que los políticos son, del mismo modo, pésimamente valorados por los jóvenes ceutíes.
La traducción de este sentimiento no es el dudoso, exiguo, menguante y planificado movimiento impopular que se manifiesta por las calles. La verdadera revelación de esta desfavorable imagen de los políticos es la abstención. Sin lugar a dudas la fuerte abstención que existe en España y de especial consideración en Ceuta, tiene que ver con la imagen que tienen los ciudadanos de la política y los políticos. Y esto sí que debe hacer recapacitar a los nuevos gobernantes sobre la legitimidad ética y democrática de sus mandatos.
No podemos olvidar en esta ciudad, que la pésima imagen que daba la política, contribuyó de modo determinante a la aparición de un partido político de carácter mesiánico que ahora parece relanzarse con otras siglas.
Los políticos no son extraterrestres, son reflejo de la misma sociedad. Los hay mejores y peores, altos, bajos, gordos, flacos, inteligentes, astutos, listos, listillos, tontos, feos y guapos... los políticos son… usted.
En política pueden encontrarse a personas de extraordinaria valía. Podría dar una lista de hombres y mujeres tan extensa que le agotaría. No sólo en mi partido, que es donde más personas conozco; también en la oposición. Y también puede uno encontrarse a corruptos, conniventes, sátrapas, síndromes de hibris, vagos, dependientes… cuya lista ya la da el juzgado. Pero no podemos alejar de nuestro horizonte que esta última lista tiene las mismas dimensiones que en el resto de la sociedad.
Afortunadamente, los tribunales de justicia, aunque en último lugar, son una de las instituciones que inspiran confianza, y mucho me temo que de un tiempo en adelante, estos van a ser los verdaderos protagonistas de la historia política de España tras el desalojo democrático de muchos gobiernos socialistas y ese afán que denuncian los diarios de “limpiar” de papeles los despachos.