La ley está para cumplirla y, si no nos gusta, iniciemos el trámite legal para cambiarla. Mientras tanto, cumplámosla. Ahora bien, no olvidemos que la ley está hecha para el ciudadano y no el ciudadano para la ley.
Todos conocemos que el comercio ceutí no pasa por sus mejores momentos. Yo diría que se encuentra solo, abandonado en una dura y desértica travesía cuyo fin no se vislumbra.
El turismo comercial es una fuente de ingresos, quizá para algunos negocios la única, y debido al exorbitante precio del barco, la floreciente clase media marroquí, las empresas inherentes al puerto “Tanger-Med” y la futura base militar en sus aledaños, no hace falta ser muy perspicaz para saber que una buena parte está en lo que llega del otro lado de la frontera.
Además, hemos de tener en cuenta que este tipo de negocios sostiene económicamente a un segmento de la masa social transfronteriza más necesitada, lo que contribuye a una paz social zonal en su estado más básico.
Antes de poner en funcionamiento el excesivo celo en el cumplimiento de la ley, debemos sopesar si es necesario, si los beneficios que podemos obtener son superiores a los inconvenientes. Lo reitero, la ley está para cumplirla, pero no olvidemos cuál es el objetivo de una ley.
Si vamos a ser celosos con la ITV de los vehículos que pasan desde Marruecos, debemos serlo con todos, con los nuestros y con los que pasan desde la frontera con Francia, cuya seguridad es cuestionable cuando realizan mil kilómetros sin parar, cuando ya llevan hechos otros dos mil más, sobrecargados, con conductores deshidratados, sin visibilidad alguna y superando en su exterior las dimensiones legales. O también realizar alguna ITV móvil en algunos vehículos de servicio público de esta Ciudad.
Debemos sopesar si estos vehículos a los que queremos controlar con celo han provocado algún accidente en Ceuta, o si son causa de riesgo estadísticamente superior a otros. Tenemos que poner en la balanza si las colas que van a producir estos controles van a perjudicar al comercio, y es más, debemos considerar si esto va a aumentar el tráfico pedestre, que sí ha demostrado ser letal.
El comercio ceutí necesita que se le ayude. La mayoría de los comerciantes no piden subvenciones, sólo piden que se les facilite el trabajo, que no se les pongan cortapisas, que confíen en sus iniciativas, que les dejen sobrevivir en un mercado libre y sin dificultades añadidas.
La Ciudad ya ha apostado por hacer más cómoda la afluencia de ese turismo comercial transfronterizo.
Las señalizaciones, facilidades para el aparcamiento, el adecentamiento del centro histórico y comercial y los servicios de policía local ante los atascos de tráfico, son algunos ejemplos de la apuesta del Gobierno local para ayudar al comercio.