El que fuera presidente de los EEUU en 1912 y reelegido en 1916 y Premio Nobel de la Paz en 1919, T. Woodrow Wilson manifestó en su momento que “Los grandes entendimientos discuten ideas; los mediocres discuten acontecimientos y los pequeños, personas”. Pues bien, parece ser que en Ceuta no existen otros problemas que el señor Aróstegui. En cada tertulia que se precie, el señor Aróstegui está en boca de los tertulianos. Así como en la prensa escrita y en las ondas hertzianas. Al señor Mohamed Alí le preguntan por el señor Aróstegui. Al señor Carracao le preguntan por el señor Aróstegui. Al señor Vivas y a sus correligionarios les preguntan por el señor Aróstegui. Al ciudadano de a pie le preguntan por el señor Aróstegui. Incluso al señor Aróstegui le preguntan por el señor Aróstegui. Con arreglo a lo manifestado por el presidente americano Wilson, todos esos que continuamente están discutiendo sobre el señor Aróstegui deben ser “pequeños entendimientos”. Todos están preocupados con lo que hace o deje de hacer el líder del PSPC, y por su pasado. Ceuta no es sólo el señor Aróstegui. Ceuta es un cúmulo de problemas que nos precipitarán en el vacío si no se les pone urgentemente remedio. Ceuta no puede esperar.
La posición fronteriza de nuestra ciudad con Marruecos constituye, es sabido, uno de los principales problemas y desafíos que Ceuta ha de enfrentar, si no ya, en el futuro más o menos cercano. En la ciudad se están infiltrando y asentando marroquíes ilegalmente, pero existe otra invasión silenciosa marroquí a la que se le está empadronando con sólo presentar el pasaporte e indicar un domicilio en nuestra ciudad. Cuando esos marroquíes ilegalmente empadronados, si no se evita antes por el Delegado del gobierno, presenten su solicitud de residencia, transcurrido el tiempo reglamentario, en la Oficina de Extranjería para obtener la carta de residencia, serán centenares de marroquíes los que se asentarán en Ceuta, constituyendo así la “quinta columna” de Marruecos en nuestra ciudad, desde la que podrá ‘conspirar’ para que el reino de Marruecos obtenga así una baza que podrá enarbolar en los foros internacionales para hacerse de una u otra forma con nuestra ciudad. Luego, las reclamaciones al Maestro Armero. Nadie se ha hecho eco de estos empadronamientos. Todos los que deben sentirse concernidos –políticos de los diferentes partidos, sindicalistas, representantes en el Senado y en el Parlamento, ciudadanos en general, etcétera–, todos ellos se han puesto de perfil y han mirado para otro lado. Luego será ya tarde y será el momento del llanto y del crujir de dientes.
A este respecto, la senadora ceutí Luz Elena Sanín ha realizado una serie de preguntas, según recoge este diario el pasado 18 de marzo, a la Administración General del Estado para conocer el número de extranjeros procedentes de Marruecos que han sido contratados en el Plan de Empleo Temporal. Asimismo, resulta llamativo que las declaraciones de varios de los jóvenes ceutíes que Flor Garrido recoge en su escrito “La joven sociedad ceutí opina”, del 3 de este mes, hagan referencia a que “Extranjeros residentes aquí, procedentes del país vecino, tienen trabajo”. “Estoy muy descontento con el desempleo en Ceuta, solamente les dan empleo a los residentes del país vecino.(…) Las personas de país vecino quieren la residencia y cobrar una paga”. “Por ejemplo, de la noche a la mañana, viene una persona de Marruecos y tiene más posibilidades de encontrar casa o trabajo, que un residente aquí, y doy como ejemplo a mi familia.(…) Es como una careta que ayudan a la gente de Marruecos y otras ciudades, sólo para quedar bien. Mientras que los ciudadanos no tienen ni pan ni agua”. Esto lo manifiestan jóvenes cuyas familias sufren la marginación de las autoridades ceutíes en favor de los marroquíes que se están asentando o empadronando ilegalmente en Ceuta.
El mercado laboral de Ceuta se caracteriza por la elevada tasa de paro (24,57%), alrededor de diez mil personas, y un déficit de mano de obra cualificada, y, según datos del ministerio de Trabajo, más del 80% son parados con media o baja educación o cualificación profesional, lo que dificulta seriamente las posibilidades de inserción en el mercado profesional.
El cataclismo demográfico está garantizado. La población de Ceuta aumentó en casi 2.000 habitantes en sólo el año pasado. Se trata de un incremento relativo del 2,4%, el segundo más grande en valores porcentuales tras Melilla, 3,5%, siendo la media española del 0,6%. Todo ello sitúa la población censada en Ceuta en 80.579 habitantes. Un verdadero cataclismo demográfico, como decía.
Otro factor a tener presente es el índice de pobreza en nuestra ciudad, 35%. En este apartado habría que incluir el hecho de que el 20% de las familias de Ceuta son familias numerosas, mientras que la media nacional es del 7%. Relacionada con el aumento desmesurado de la población hay que citar la saturación de los servicios públicos –sanidad, escuelas, servicios sociales, etcétera–, que no sólo atienden a los de aquí sino a los marroquíes que vienen directamente al hospital de Loma Colmenar. Un desastre sin paliativos.
Pues bien, con todo lo que nos está cayendo encima, a estos políticos de medio pelo parece que sólo les interesa despellejarse entre sí y agarrar un sillón en la Asamblea y “que me quiten lo bailao”. La próxima vez que abran la boca los Vivas, Yolanda Bell, Francisco Márquez, Luz Elena Sanín, Fernández Chacón, J.A. Carracao, J.L. Aróstegui, Mohamed Ali, Fátima Hamed, Mohamedi Abdelkader Maanan, Ivan Chaves, J. Hachuel, J.M. Doncel, J. Domínguez y todos los demás, que sea para tratar de los problemas reseñados más arriba, especialmente el empadronamiento de marroquíes en Ceuta y de la contratación de marroquíes en el Plan de Empleo Temporal. Pero si no es para eso, que no nos cuenten milongas.