Ya contamos su historia hace meses. ¿Se acuerdan? La de aquel inmigrante que intentó saltar la valla pero al revés, es decir, marcharse a su tierra escapando de Ceuta. Era la historia de Omar, que luego los medios nacionales alteraron a su interés mezclando datos, inventándose otros... casi como hicieron con la historia de aquel legionario que incluso motivó un artículo de Pérez Reverte que terminó con uno de mis mitos (¿cómo le pudo echar tanta película?, compruébenlo en su enlace http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/582/el-legionario-anfibio/). Ayer Omar fue juzgado, tras permanecer todo este tiempo en prisión. Al final ha quedado en libertad y ahora intentará, dice, volver a Mali, su tierra. ¿Cómo lo hará? Que se prepare la Guardia Civil... me temo que habrá nuevo intento ya que la Policía Nacional no puede expulsarle a la que dice es su tierra porque no tiene papeles y por tanto las autoridades de allí puede que nunca lo acepten. Ni su abogado, ni los jueces, ni la propia Policía han conseguido ir más allá de la fachada de Omar, saber realmente por qué quiere escapar, si oculta algo o, sencillamente, escapa de alguien. Su colaboración es nula, incluso se niega a encontrar ayuda a través de su propio letrado. Es el protagonista de una historia complicada, una más de la que representan esos hombres y mujeres a los que conocemos de refilón porque son protagonistas de una patera, de un concierto de Navidad en la parroquia de África o de un cartonazo en plena plaza de los Reyes. Nada más sabemos de ellos ni a la gran mayoría de la población le interesa saber qué sucede tras los muros del CETI.
¿Qué hay detrás de la historia de Omar? Seguro que algo más que un juicio, una estancia en la cárcel, una posterior liberación y un cuento de Pérez Reverte. Seguro.