Al oir a Josefina Samper (viuda de Marcelino Camacho) en el Congreso de Mujeres Mayores "Las Oportunidades de la Edad" sobre "Las Mujeres de la Puerta de las Carceles" me hizo rememorar los años de mi niñez: en los primeros años de mi vida fui una niña muy feliz, vivía con mi abuela, mi madre y mis tíos Frutos y Fernando; mi padre estaba embarcado y venía de vez en cuando. Esta etapa que recuerdo tan feliz quedo truncada, como un mazazo, la madrugada que unos hombres, yo entonces no sabia porque, llamaron a la puerta de casa y se llevaron a mi tío Frutos; unos meses después y con el mismo procedimiento se llevaron a mi tío Fernando.
Desde aquellos momentos mi vida y la de mi familia dio un giro de 360º, se acabo la alegría, mi abuela y mi madre lloraban con mucha facilidad, aunque procuraban que yo no lo notara; dos veces en semana: Jueves y Domingos, por la mañana, acompañaba a mi abuela y a mi madre a unas oficinas que se encontraban en Las Balsa, eran oficinas militares, a recoger el pase que le entregaba un Auditor, no sin antes hacerle pasar un mal rato, con el cual nos permitían entrar a la Prisión de El Hacho. Había veces que se lo negaban y ese día no podíamos entrar, pero subíamos y el familiar de otro preso les llevaba: la ropa limpia y los alimentos que mi familia les podía enviar.
Los día de visita comíamos muy temprano y enseguida me vestían con mis mejores "galas" como si fuese algún acto importante, para nosotros lo era, mis tíos disfrutaban una hora de mi compañía y yo de la de ellos.
Durante todo el tiempo que mis tíos estuvieron en El Hacho las salidas familiares eran exclusivamente a la Prisión. Vivíamos en el hoy Muelle Cañonero Dato e íbamos y volvíamos andando, los recursos económicos eran pocos y había que llevarles a ellos alimentos porque la comida que les daban era escasa y mala.
No olvidaré el año que el día de Reyes me tenían una "casa de muñecas" que les había construido un compañero carpintero; ellos estaban ilusionados, esperando ver mi cara, y según me contaban me puse muy contenta. Entonces solo los niños de casa rica tenían juguetes en día tan señalado.
Yo no era la única niña que subía a la Prisión, con nosotras subían los familiares de otros presos que llevaban niñ@s: hij@s, niet@s, sobrin@s....Formábamos una "comunidad" unidos por un mismo fin, pasar un rato con los seres querido que estaban privados de libertad, sin haber cometido delito alguno, solamente, tener ideales contrarios al "régimen" y un espíritu liberal y democrático.
No pretendo abrir heridas cerradas, pero tengo memoria, si quiero rendir un homenaje a los miles de "Niños de las puertas de las Cárceles" en toda España. Que nunca más ningún niño tenga que pasar lo que pasamos nosotr@s.