Van pasando los días de los desórdenes en Egipto, que nos muestran una forma especial de hacer una revolución.
La calle se ha convertido - en la capital egipcia - en una especie de parlamento abierto en el que las ideas y las demandas, así como las actitudes, se van mostrando abiertamente, acompañadas en algunas ocasiones con peligrosa lluvia de piedras cuyo tamaño hace pensar en la conveniencia de no estar a tiro de ellas.
Parece que la revolución ha empezado a convertirse en evolución y eso es bueno porque, en principio, se habla con menos nerviosismo entre las partes llamadas a encontrar una solución que sea, cuando menos, sensata; lo suficientemente sensata como para que los gritos y las pedradas en las calles desaparezcan y la gente, toda ella, pueda volver a sus actividades.
No es que gritos y pedradas sea la máxima agresividad que en aquél país se pueda llegar a producir, pero más vale dejarlo así, sin mayores muestras de falta de sensatez.
De todas formas, esa salida a la calle de la gente en plan de protesta fuerte y exigente, se está consolidando como ejemplo para otros países, que ya han tomado medidas para tratar de contrarrestar cualquier asomo de revolución antes, incluso, de que aparezcan y sean noticia en todo el mundo.
Es cierto que no se quieren noticias de ese tipo, aunque sean muy justas las causas que las originan, y hay reacciones de tipo muy variado, según los intereses de unos u otros.
En éste caso ha sido muy rápida la reacción de los Estados Unidos de Norteamérica.
Su Presidente le ha dicho a Mubarak que se marche y lo ha reiterado, mostrando cierta impaciencia.
Postura esa que no se ha visto en otras ocasiones anteriores y en otros lugares del mundo. ¿Puede pensarse, tal vez, que está alentando algo parecido en otro país verdaderamente problemático como es Irán? Problemático tanto para USA como para otros muchos países de Europa, por ejemplo.
Llama la atención, a su vez, que otros grandes países no hayan sido tan contundentes - en las advertencias orales - como USA - lo cual puede indicar que no aceptarían una revolución como esa en su propio país, o que sus líneas de acción van por otras zonas geográficas.
De cualquier forma, no está dicho todo en este proceso de revolución, tanto en Egipto como en otros países norteafricanos y de Oriente Medio. En todos ellos se está trabajando con los cinco sentidos puestos en el foco principal para adelantarse en las soluciones más convenientes para cada uno de ellos y, como es natural, todo ello se vigila desde otros lugares para evitar sorpresas inconvenientes.
A este respecto recuerdo las palabras del representante de un país europeo - en una Conferencia de hace ya algunos años - en las que señalaba, de forma clara y concreta, que una acción de desequilibrio en la orilla Sur del Mediterráneo, motivaría declaración de guerra.
Han pasado muchos años, desde entonces, y la situación general en el mundo ha cambiado de forma muy significativa;
Las medidas a tomar son ahora más cautelosas que entonces, pero el peligro sigue existiendo y así lo confirman las advertencias del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Lento proceso de revolución el que se contempla en un país que nos muestra su historia con las maravillas de las pirámides y los enterramientos de sus faraones. ¡Que haya paz en él para beneficio de la Humanidad!