He leído ayer en nuestro periódico “El Faro de Ceuta, una reseña sobre un funcionario de prisiones, que ha sido denunciado por un interno al someterle a un cacheo.
No se quien es ese funcionario, en cuestión, pero sea el que sea esta en su obligación y en su derecho de hacerlo, así es el reglamento Penitenciario y así es la Ley Orgánica General Penitenciaria vigente.
Lo que en mi opinión ya no es tanto la Ley, es que se llame a la Inspección Penitenciaria, para la averiguación de los hechos. Y me extraña enormemente que lo haya hecho un Director, como el que tenemos, lo mismo que su equipo directivo, ejemplo de valores humanos y profesionales. Hay algo que no me cuadra.
Y hay algo que no me cuadra porque en esta prisión de Ceuta, que me recuerda más bien al colegio que tengo al lado donde vivo, donde no hay ni el más mínimo problema, no entiendo quien se empeña en descalificar públicamente actuaciones de funcionarios o internos que son precisamente el ejemplo de otras prisiones. Primero, sale públicamente en prensa, un joven funcionario en prácticas por un supuesto “delito” o “falta” de abandono de servicios. El funcionario lo único que hizo fue salir de la oficina de Régimen donde trabajaba, para fumarse un cigarro y tomarse un café en la cafetería de la prisión. ¿Eso es abandono de servicio? Eso es dejación de funciones?…Pues, anda que no han cambiado nada las leyes desde que yo hacía Derecho de Cáceres¡!.
Eso, en mi opinión no es nada, sino la simple rabieta de su Jefe o Jefa de Departamento, con la malsana intención de aplicarle un injusto castigo.
Lo del funcionario que hace requisas o cachea a un interno, eso como se cataloga hoy en día, ¿cómo falta? Como delito o como “crimen de estado”. Dios mío, Dios mío hasta donde hemos llegado.
Con razón me siguen llamando en el barrio donde vivo, “carcelero de mierda”. Seguimos siendo los malos de la “película”.