Eta semana hemos conocido la ordenanza presentada por el Gobierno de la Ciudad sobre el buen uso de los espacios públicos. En dicho documento se recogen los usos inadecuados de dicho espacio y sus instalaciones. Dentro de este apartado podemos encontrar normas de conducta tales como actos que puedan considerarse vandálicos, acciones agresivas en el uso del espacio y mobiliario urbano que generen deterioro, acampadas, el desguace de vehículos y otras conductas que este reglamento recoge como sancionables.
Pero en esta ocasión, voy a centrarme en un punto en concreto, el que recoge la prohibición de las reuniones o concentraciones en la vía pública con ingesta de bebidas alcohólicas. No es que no esté de acuerdo con este apartado de la ordenanza, lo que me parece totalmente incoherente es que este tipo de infracción sea catalogada como muy grave, lo que supone una sanción de entre 1501 euros hasta los 3000 euros.
No llego a comprender que tomarse una cerveza en la vía pública o arrojar algún residuo fuera del contenedor pueda costar mucho más que destrozar una estatua, un jardín o arrancar el mobiliario de un autobús.
Me pregunto que pretende la señora Bel con este tipo de sanciones, no se trata de criminalizar a las y los jóvenes sino de buscar alternativas a la práctica del conocido “botellón”, y esas opciones pasan, en primer lugar, por crear una zona donde estos jóvenes puedan realizar este tipo de acciones y reunirse con los amigos a charlar o tomarse algo.
Una vez se acondicione esta zona tendrá que entrar en vigor una ordenanza que regule el “botellón”, hasta ahí todos de acuerdo. Un reglamento coherente y sensato, semejante al de otras ciudades españolas que van varios pasos por delante en este tema. En todas ellas, este tipo de conductas es considerado como una infracción leve, cuya sanción va desde el apercibimiento hasta los 300 euros.
Además, dicha ordenanza debe ir acompañada de una intensa y exhaustiva campaña de información y sensibilización, para que todas y todos los ciudadanos conozcan en qué consiste el reglamento, qué conductas son castigadas y cuáles pueden ser las sanciones a aplicar.
Nos encontramos ante una nueva chapuza del Gobierno de la ciudad y, en concreto, de la Consejera de Medio Ambiente. Espero que esta vez el Ejecutivo del señor Vivas escuche las recomendaciones tanto de la ciudadanía como de la oposición, y sea capaz de elaborar una ordenanza fiel a la realidad de nuestra ciudad, que en vez de perjudicar a unos cuantos, abogue por mejorar la convivencia y el disfrute de unos y otros.