Hace ya un tiempo, cuando la crisis parecía que no iba a ser tan sangrante y la construcción de la futura Comandancia de la Guardia Civil parecía más inminente que ahora, los vecinos de Hadú mostraron su inquietud porque la delincuencia creciera en el barrio. Ya, sabiendo que el cuartelillo tardará algo más de lo previsto en desaparecer, los vecinos no lo temen sino que lo padecen. Y eso que todavía están los guardias por la zona, imagínense el día en que no se les vea ni el tricornio. Hadú no es lo que era, se ha vuelto en zona de paso de delincuentes y miembros de esas bandas a las que las fuerzas de seguridad no terminan de meter mano porque, dicen, les resulta complicado. Quien se pare a contemplar la situación será testigo del ir y venir de quienes viven al margen de la ley y se mueven varios pasos por delante de la poli. Ante esta situación, la misma poli que no consigue desarticular esas bandas al completo pide colaboración. Y los vecinos analizan el caso del Vasco y optan por mirar hacia otro lado, dando la callada por respuesta aunque sean demasiados los que se convierten en testigo de la situación.
¿Qué pasará cuando la Benemérita no esté en el barrio? Pues lo mismo que ocurrió en el Príncipe, que se irá perdiendo poco a poco mientras los sindicatos reclaman protocolos de actuación adecuados y los delegados de gobierno de turno aseguran que con la comisaría de Los Rosales se cubre todo y más. Al resto se nos quedará cara de tontos, sencillamente porque sabemos que nos están engañando a la cara. ¿Se habrá paseado don José por la comisaría de Los Rosales una noche? No tiene más que llamar al comisario, que éste se ponga al cinto la pistola como lo hizo cuando subió a determinada barriada otra noche de hace meses, y contemplar lo que pasa al lado de esa comisaría con la que dicen que nos van a proteger. Si pasea de día, igual hasta sorprende a un vendedor de coca rezagado mientras los chavales se hacen porros y esperan para dar ‘el agua’ si ven a algún secreta que ya no esté demasiado fichado y les sorprenda.
El sistema funciona tan bien que con una reunión de los vecinos con los mandamases en los que se analiza la inseguridad subjetiva pretenden que nos vayamos tranquilos a la cama. Pues bien, hasta la próxima, querido cuenta-cuentos. Una más, y ya van demasiadas.