Ignoraba cuando redactaba estas líneas para insertarlas en este Diario, cual era el motivo o el problema que había dado lugar a que Cablemel cortase la señal de Televisión Melilla, desde el jueves día 7, a sus ABONADOS, y por ello me puse en contacto, a través del teléfono, un día después, con un empleado de la emisora de pago. Me atendió con exquisita amabilidad para decirme que “no era cuestión de ellos”. Tal vez sea –añadió– por fallo técnico de Televisión Melilla.
No conozco personalmente al citado empleado, pero tengo que decirle públicamente, que se trata de un auténtico embustero, porque, según informaba Televisión Melilla sobre las ocho de la tarde del sábado, concretamente por parte de Francisco Benítez en el transcurso de un programa deportivo, Cablemel había decidido dejar de emitir la señal de la cadena Municipal…
Quiero recordar a Cablemel que, cuando suscribí contrato con su empresa se me hizo entrega de un impreso en el que se indica ABONADO a los canales de su oferta, nacionales, extranjeros –entre estos catorce en lengua árabe–, deportivos, etc., etc., y, por supuesto, Televisión Melilla.
Ignoro lo que pueda ocurrir entre Cablemel y Televisión Melilla, algo tiene que haber para que Cablemel haya optado por cortar la señal de INMUSA, pero los abonados de la repetida cadena de pago no podemos pagar las consecuencias, máxime, repito, cuando al contratar los servicios de Cablemel se nos ofrecía también las emisiones de Televisión Melilla. No es ni más ni menos que una cacicada impropia de una empresa que yo, hasta ahora, había considerado seria y responsable.
Una medida que, espero, sea reconsiderada y que cuanto antes se solucione para que los abonados de Cablemel recibamos cuanto se nos ofreció a la hora de suscribir el correspondiente contrato.
Es admisible, como viene ocurriendo, que Cablemel intercambie de vez en cuando algunos canales para, como dice con frecuencia, ofrecer mejor servicio a sus abonados, pero lo otro, dejar de emitir la señal de Televisión Melilla, es totalmente improcedente porque, precisamente, va en perjuicio de quienes todos los meses y religiosamente, pagan sus cuotas.