El 29 de Septiembre ha sido un día en el que la expectación generada por la puesta en marcha de la huelga general se vino abajo muy pronto.
No es que se esperaran grandes cosas, pero sí se tenía cierta curiosidad por ver algo nuevo, algo que verdaderamente señalara un paso adelante en las relaciones entre Gobierno y Sindicatos; que las mejorara o que acabaran en enfrentamiento claro y total.
No se dio nada de eso y hubo lo que suele ocurrir siempre, piquetes informativos (al menos de nombre) por aquí y por allá, alguna rotura de cristales en los autobuses de servicio público y coacciones para que algunos grandes centros comerciales cerraran, a pesar del interés de sus empleados en trabajar.
Los autónomos empezaron a desarrollar sus actividades tan pronto se dieron cuenta de que nadie se lo iba a impedir y las puertas se fueron abriendo para hacer algo de caja, que la necesitan cada día para mantenerse.
Los dirigentes sindicales volvieron mantener sus posturas al cerrarse el día, al tiempo que proclamaban éxito de la huelga convocada. La otra parte opinó que de éxito nada y que su postura seguía siendo la misma.
La gente de la calle se miraba y opinaba que todo había sido un disparate y que todo seguía siéndolo. ¿Qué hacer para que esto sea más serio?
En la mañana del día 1 de Octubre, a primera hora, el Presidente del Gobierno acudió a una entrevista periodística, que fue emitida en directo por Radio y Televisión.
Mereció la pena atender esa entrevista, con ánimo de recibir alguna idea clara sobre la situación - ya larga - que vive el país; pero a poco de empezar la sesión se pudo llegar a la conclusión de que se trataba de más de lo mismo. O sea que se lo saben todo y que tienen en la mano todo lo necesario para que la gente sea feliz.
La argumentación del Presidente era de programa, de intenciones avaladas por buenos resultados logrados hasta ahora, aunque no señalaba nada concreto y eludía cualquier asomo de fracaso, de esos que son tan fáciles de ver en cuanto se asoma uno a la calle y se intercambian opiniones con la gente, más o menos conocida.
El Presidente es un buen teórico, pero en los tiempos actuales se necesita mucho más. Son necesarias soluciones y hay que ponerlas en práctica, aunque ello suponga demanda de mayor esfuerzo y limitación de algunas facilidades y ventajas para algunos sectores de la población.
Es la verdad de la situación la que hay que exponer con toda claridad, aceptando plenamente la responsabilidad de ella, sin indicar culpables en personas de otras formaciones políticas.
Esta situación necesita el concurso de todas las fuerzas del país, aplicadas a un objetivo común y que, además, es el fundamental. Es difícil esa situación: pero no se mejora si se la ignora o, menos aún, se la disfraza para contestar a unos u otros.
Esto es el sentir casi general de la población. Hay que cambiar claramente de rumbo y procedimientos y, muy probablemente, de patrón; alguien que no se empeñe en no aceptar la triste realidad que se padece en el país, alguien que deje de creer que se lo sabe todo.
¿Es tan difícil lograr que se piense en los demás y que de verdad se quiera solucionar sus problemas, antes que reconocer que uno mismo está equivocado?