Así definía acertadamente un lector a quienes se dedican a la captura y eliminación de perros. Y ahora lo recuerdo a tenor de la denuncia del PSOE con la que saca a la luz cómo Sanidad firmó un contrato de 12.000 euros para que hubiera personas que aplicaran el llamado “control y erradicación de perros”. Que no es más que cargarse a estos animales de la manera más salvaje que nos podamos imaginar y sin hacer una valoración previa de si el can en cuestión debía ser o no sacrificado. Es la manera más bajuna pero también más rápida de quitarse de en medio perros abandonados diciendo que son peligrosos. Es como para llevarse las manos a la cabeza. Y así sería si a alguien le preocupara, en serio, los animales y está claro que en Ceuta eso no se estila. Habla el PSOE de buscar métodos de sacrificio menos lesivos. Algo que ni se ha planteado, siendo más fácil obviar el sufrimiento del animal. De este asunto se hablará y mucho en los próximos días porque alguien deberá explicar por qué se optó por firmar un contrato valorado en dos millones de las antiguas pesetas que podrá ser legal pero no demasiado ético.
Echo en falta el posicionamiento público de la Sociedad Protectora de Animales que debe estar para poner voz y crítica a situaciones que rozan más el exceso que lo admisible. Y también el de otras entidades medioambientales que puedan sumarse a la crítica meramente política que haga un partido.
No es lógico que se avale con un contrato público este tipo de ‘eliminaciones selectivas’ que no es más que cargarse a un perro a disparo limpio. Hay otras vías como también existen en el caso de la eliminación de jabalíes que vaya más allá de la designación de cazadores que se dediquen a disparar, de noche, a ejemplares los días autorizados por el Consejo de Caza.
Recuerdo hace unos años la polémica que hubo cuando algunos vecinos denunciaron la colocación de platos con comida envenenada para hacer descender la población de gatos callejeros. Nadie se hacía responsable de esa autorización y las llamadas voces oficiales negaban que conocieran este extremo. ¿Sucederá ahora lo mismo con la ‘erradicación de perros’?