Decían que el encuentro mantenido esta semana entre ZP y sidi Mohamed iba a servir para mejorar las relaciones con el vecino y aliviar la presión que se nos está alentando en materia migratoria. Pasados los días no se ven las consecuencias. Al menos las positivas. De las otras, tenemos de sobra. No hay día en el que no se produzcan entradas de inmigrantes a nado. La media se sitúa en cuatro diarios: hombres, mujeres, menores... a bordo de balsas endebles y procedentes de las mismas zonas geográficas. Una característica común que confirma el efecto llamada que promueven las mafias y que no ha hecho más que asomarse. Ceuta está en el punto de mira y lo único que sabe gestionar el Gobierno es la creación de una comisaría conjunta en Algeciras. ¿Para qué servirá, para que los ceutíes tengamos otra frontera más? Eso parece porque tras los últimos encuentros, con llamada real incluida, nada ha mejorado en este ámbito. La presión es constante desde Marruecos a Ceuta y en la ciudad, imagínense, con los últimos fallos judiciales, el ambiente no es el mejor. Y no seré yo quien criminalice a la jueza por su dictamen, más bien habría que apuntar a quienes no han hecho el trabajo como debieran, permitiendo que existan vacíos legales que permitan sentencias como las reflejadas estos días.
Nos queda el juicio más importante, el del 14-O, que se señala ya con un precedente: el de los dos fallos judiciales. Las oenegés callan, evitan posicionarse sobre un asunto que ha generado cuantiosa polémica social. Los partidos, igual, no varían un ápice su discurso para posicionarse sobre un asunto que requiere de tesis y argumentos valientes y comprometidos. Y de esos, precisamente, no sobran en este pueblo.
A don José le ha salido un grano, imagínense donde, y todavía no se ha servido del remedio oportuno para frenar una problemática por la que ya hemos pasado en Ceuta en cuantiosas ocasiones. Espero que al mandamás no se le ocurra mentir como hicieron otros al no querer asumir lo que era su responsabilidad.