De historias ridículas está hecha la vida política. Ridículas porque quienes las protagonizan hacen que así lo sea pasando a engrosar el anecdotario que todos tendemos a recordar en los momentos del cafelito o la copa, según lo que encarte y con quien. Ridícula es la historia del sonómetro, que da forma a una eterna película de despropósitos que los de la asociación contra el ruido han denunciado en innumerables artículos. Ese despropósito es bautizado ahora por el PSOE como acto “impúdico”. Lo hacen en una nota de prensa que bien podían haber remitido tiempo atrás, cuando su propio partido, en aras a la colaboración, pidió que se sacaran a la calle para medir los decibelios de los cartonazos de los subsaharianos. Pero en ese momento el PSOE no podía salir, con nota de prensa, diciendo lo que ahora llama “impúdico” y que ha tenido su connivencia particular.
Historias ridículas hay más. Y el Ayuntamiento es la casa que las acoge en su gran mayoría. Si no que se lo digan a los funcionarios que ayer se toparon con la ridícula orden cursada que obliga a pedir permiso a un jefe de negociado si se quiere organizar cualquier acto en las Murallas Reales. Me veo ya a la consejera Mabel Deu, que bastante tiene con la limpieza en los colegios que dice desconocer, rindiendo pleitesía a quien debiera estar por debajo de ella para solicitar el uso de las Murallas o para pasear a la actual Premio Convivencia por tan emblemático lugar. ¿Leerán los consejeros todo lo que firman? Parece ser que no, porque el patón es de los bueno. Lo dicho, ridículo e incluso grave.
Y seguimos con historias para escribir un libro. Las mejores, las protagonizadas por quienes quieren ser la alternativa a don Juan. Carracao se ve que se quedó pillado con José Luis Moreno, porque mira que ha tenido que ir atrás en el tiempo para caricaturizar a Mohamed Alí. El avalado por el PSOE ha soltado su frase estrella, será que estará contagiado por el aire que debe respirarse en una Delegación del Gobierno erigida en el lugar perfecto para publicitar las sentencias de tu vida. Y son de tu vida porque por su ridiculez las conocerán. Si lo más brillante que puede decirle Carracao a Alí es ‘Macario’ después de ser acusado de enchufar a un compañero... mal vamos. Y si éste ofrece ruedas de prensa repletas de críticas sin soluciones y movidas por eso de que es lo que está de moda y lo denuncio... peor aún.
Historias ridículas en tiempos ridículos en los que la bobería se convierte en ley de vida y los desvaríos constituyen modelos a seguir.