Estamos en el mes de comienzo de las clases en todos los niveles educativos. Y desde hace varias semanas ha empezado una feroz campaña publicitaria por parte de empresas de todo tipo, intentando captar la atención de niños y adultos. Es el mercado que rodea al sistema educativo. Editoriales, fábricas de complementos escolares, academias de todo tipo para actividades extraescolares. Se calcula que cada español tendrá que gastar este año, a pesar de la crisis económica, una media de 850 euros por cada hijo que tenga que ser escolarizado.
Yo recuerdo con especial cariño este mes de septiembre en mi etapa de la enseñanza media. Era como si estuviera deseando volver a encontrarme con mis compañeros de clase y comenzar la rutina diaria. Levantarse muy temprano. Una primera hora de estudio. Desayuno. Clases hasta el medio día. Comida. Recreo. Jornada de estudio toda la tarde. Cena. Descanso y charla con los amigos. Y a las diez, a la cama. En mi caso, este era el horario del internado en el que me ingresaron mis padres. Emigrantes, como otros dos millones de compatriotas. Es el que ha marcado mi ritmo de trabajo y estudio en etapas posteriores. Entonces yo no era consciente de los problemas económicos con los que se encuentran los padres al comenzar el curso. Tampoco estábamos inmersos en esa locura consumista que rodea todo esto. Ni había tantas actividades extraescolares, salvo para los hijos de los más pudientes.
De todas las noticias que he leído, ha habido varias que me han llamado especialmente la atención por la importancia que tienen para el futuro de nuestros hijos.
La primera. Referente a las conclusiones a las que ha llegado el Instituto Nacional del Consumo sobre esos productos escolares que se ofrecen, a miles, en todos los medios de comunicación y carteles publicitarios. Un 61,5 por ciento de un total de 441 artículos seleccionados presentaban algún defecto, fundamentalmente de etiquetado, en un 95 por ciento de los casos, lo cual afecta a la población más vulnerable, como los escolares más pequeños. En el 5 por ciento restante se han encontrado algunas deficiencias graves por contaminación química, alteración de factores de calidad y exigencias de seguridad. Creo que las cifras son en sí mismas lo bastante elocuentes para valorar la irresponsabilidad de algunas empresas, que no tienen en cuenta que la población a la que van dirigidos sus productos es, precisamente, la más necesitada de protección de todos nosotros.
La segunda. La llamada de atención acerca de las innecesarias y, a veces, perjudiciales actividades extraescolares con las que se recargan las agendas de los niños. En un reportaje publicado el pasado 1 de septiembre en el diario El País, se informa de que más del 90% de los alumnos españoles de enseñanza obligatoria desarrollan alguna actividad de este tipo. Y esa aparece como una de las causas del estrés de los chavales. Música, danza, idiomas, dibujo, pintura, informática, deportes...y algunas cosas más. Según los expertos, dichas actividades no deben imponerse, ni ser la regla general. Todo dependerá de las necesidades y de las circunstancias de cada alumno. Y por supuesto, no deben ser la excusa para solucionar problemas de horario de trabajo de los padres. Lo razonable es no sobrecargar al escolar y procurar que disponga de tiempo libre para jugar, descansar y estar con la familia.
La tercera. La situación caótica de la enseñanza en Ceuta. Lo han denunciado las asociaciones de padres, los sindicatos, la Junta de personal docente. Pero nada, Aquilino Melgar y su jefe, el delegado Chacón, el amigo de los inmigrantes y los parados, no se dan por enterados. Primero se cargaron la 'semana blanca'. Algo genuino de Ceuta, que sin restar ningún día de actividad escolar conseguía que los alumnos, y también los profesores, pudieran disfrutar de una semana extra después de Semana Santa, para ir a esquiar, o para otras actividades. Los socialistas, en contra de la opinión mayoritaria del sector, lo han eliminado. Y además, de forma autoritaria. Como acostumbran. Es el 'tic' estalinista que les queda. Después han continuado con el comienzo del curso escolar, haciendo caso omiso a los docentes, que sugerían que comenzara el próximo 13 de septiembre. Por último, la ratio en educación infantil, que como dice algún sindicato, alcanza cotas insoportables. A esto se suma la insuficiencia de centros docentes, que se intenta paliar con reuniones periódicas de Vivas y su costilla Chacón, anunciando futuras cesiones de terrenos públicos para construcción de colegios. Una milonga más.
La cuarta. Comienzan las nuevas titulaciones de grado en la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad de Granada en Ceuta. En la UNED ya empezaron el año pasado. Esperemos que sirvan para dar ese empuje que le falta a la educación universitaria. Y que uno de los muchos recortes presupuestarios que estamos sufriendo no aborte este nuevo proceso.