Seguro que habrá una explicación. Seguro que habrá un cortocircuito, una rata que ha mordido el cable que no debiera... algo para que se nos dé una razón de los apagones que se produjeron ayer en toda la ciudad. La Ciudad ya ha anunciado la apertura de un expediente informativo. Que es lo mismo que decir lo de siempre, la fórmula políticamente correcta, para calmar a una población que mostraba su crispación de mejor o peor manera. Unos mentando demasiado a los padres de otros; pero también los había que amenazaban con denuncias en los departamentos pertinentes, o sea, en Consumo. Les aseguro que llegará mañana y a lo sumo irán tres o cuatro personas a protestar por lo ocurrido, aunque, en sus casas hubieran amenazado con montar la del 2 de mayo. Me consta que Empresa de Alumbrado y Endesa no cesaron de buscar las causas de los apagones, trabajando por localizar los orígenes de la avería. Anoche todavía estaban en esas mientras que decenas de ceutíes se quedaban en casa mirándose, o intentando hacerlo, a la cara. Algunos a dos velas. El chino salió ganando porque hizo el agosto. Ojalá hubieran visto la senda de compradores que acudía en goteo a por la velita de turno, perfumada o no, pero que dé luz.
Lo sucedido ayer recuerda lo que ocurrió en la feria del pasado año. Un apagón que a Juan Vivas le pilló en calzones y hasta le creó su particular trauma, si no que se lo pregunten a los que le secundaron en la feria, de caseta en caseta. Temblaba porque de nuevo se produjera otro apagón. No fue así, se equivocaron de fecha. La pesadilla la tuvo ayer. Esto debe obligar a la reflexión, a la generación de un debate que sirva para que Ceuta deje de ser la isla energética que es ahora. Se ha hablado mucho de ello, de buscar enlaces, de avanzar, de lograr cambios para que podamos obtener la energía de otros puntos si la nuestra falla. Pero pasan los años, se suceden los apagones y el debate queda muerto. No es de recibo no tomar en serio lo que sucede. Mucho expediente, mucha amenaza, pero lo que hay que hacer es coger el toro por los cuernos. Lo de ayer no puede permitirse porque nos sitúa en el tercer mundo. Ése del que queremos escapar.