El mundo está lleno de problemas, algunos personales y otros que afectan a muchas otras personas, llegando hasta esos que tienen categoría de mundiales. No estar al tanto de lo que ocurre es un problema más del que nadie se escapa aunque, naturalmente, unos tienen más responsabilidad que otros. Cada persona es responsable de su propia vida - de cada una de sus tendencias y de su voluntad - y debe esforzarse en orientarla bien. Buscar el camino de la verdad es la obligación fundamental de todo ser humano, así como ayudar a encontrarlo a los demás, a quienes puedan estar más desorientados o con mayores dificultades para entender a este mundo en el que se vive.
Desentenderse de los problemas es hacerlos más complicados, con más peso sobre todos los que deciden ignorarlos, pues no desaparecen y hasta sirven, cada uno de ellos, de antesala para la aparición de otros de la misma especie y hasta más complicados o de mayor extensión. Los problemas han de conocerse a fondo para poder hacerles frente; para que dejen de ser obstáculos en la vida personal y de la humanidad.
En estos días han vuelto a aparecer los incendios forestales en nuestro país, con pérdidas de vidas humanas y cuantiosos daños materiales además del sobresalto y grave preocupación de quienes veían peligrar sus casas y cultivos. Es un año más en la cuenta de ese peligro y parece necesario llegar a conocer las causas del mismo y la puesta en acción de las medidas más eficaces.
Hablar de ese problema, manteniendo viva la urgente necesidad de solución eficaz, no es crear psicosis ni “echar leña al fuego” sino pretender que se le preste la mayor atención al problema para que - si fuera posible - deje de serlo.
Algo similar ocurre con el problema que se ha creado en la frontera de Melilla; parece natural que se quiera conocer a fondo esa cuestión, que tiene viejos antecedentes, y tratar de que todo llegue a la normalidad de forma inmediata. Es una zona muy delicada que necesita la máxima atención a la par que delicadeza y gran cariño hacia todos los que residen en esa ciudad española. Las buenas maneras de diálogo pueden y deben mantenerse - exigirse incluso - en toda relación humana y ello debe hacerse notar para que todos podamos comprobar que el problema se está atendiendo correctamente. El silencio motiva toda clase de especulaciones e intranquilidad.
Una sociedad que quiera ignorar sus problemas y que no luche por resolverlos es una sociedad anodina, sin vida. No hay que crear problemas, pero los que se presenten - por las razones que sean - hay que resolverlos de forma rápida - tanta como sea posible - y eficaz.
La información es completamente necesaria y hay que mantenerla viva. En la calidad de esa información está la base de la solución; una información será buena si presenta la verdad de la cuestión.
Cada día amanece con un sin fin de noticias de muy diversa clasificación e importancia. Todas necesitan de análisis, unas más que otras, y todas también necesitan de un complemento - mayor o menor - de información para que la opinión sobre ellas sea correcta.
Desentenderse ellas y de ese proceso nos llevará a errores que, a veces, pueden llegar a ser graves. Desentenderse de ellas - de los problemas que encierran - es un error grave por parte de los gobernantes.