Y la bandera rojigualda de la Diputació de Lleida no debería de haber sido retirada por cuestiones de “mantenimiento” aducen, ni la senyera claudicante a media asta. Golpe de efecto, lamentaciones y lectura cerril en negativo. Y que el golazo de Villa no pudiese ser contemplado y disfrutado en pantalla gigante en ciudades y pueblos de Catalunya, obedecen a fobia antiespañolista tan rechazable como “a la catalana”. No vale situarse en el antagonismo argumental, la cerrazón, el todo o nada solamente entendible que no a compartir, en un contexto de espera innecesaria y en un órgano supremo jurisdiccional que está deslegitimado, politizado y ha salido de la papeleta con una interpretación profundamente política, que no le correspondía. Pero lo hecho y maltrecho hecho está y hay que seguir hacia delante sin compartir pero acatando, extrayendo lo avanzado: más autogobierno, mayor reafirmación y aspiración futura nacional, un marco constitucional que tendrá que adaptarse a nuevas realidades y anhelos. No hay nada cerrado es cuestión de no darle protagonismo al involucionismo por caduco y trasnochado, a él y a sus actores.
Que el grueso gordiano de la sentencia es “el reconocimiento jurídico como nación” y solo se ha situado en el preámbulo, no siendo vinculante...
Que queda desarbolada la idea de que el poder que emana del pueblo luego es interpretable y de acatamiento y “mus” por el TC...
Que por muchos derechos históricos Catalunya hoy por hoy no encaja en la única nación, España...
Que nos quedamos en el desarrollo autonomista sin vislumbrar una Constitución más avanzada, capaz de situarnos en el Estado plurinacional federado...
Que el aspirado poder jurisdiccional catalán no puede actuar independiente del unitario contemplado por la actual Carta Magna... y tantos ques más, son de necesaria profundización y me consta que serán motivo de clarificación en años, espero no muchos, venideros.
Nos queda ver mucho mercadeo, cambalache, politiqueo, llorón, interesado, sátrapa pactante, adalid ultranacional, libertino circense y cientos de roles más, pero se irán sosegando las aguas y se impondrá el marco de desarrollo normativo del estatuto, priorizando más que lo identitario y de dignidad nacional, tener en sus manos los mecanismos e instrumentos que hagan que la sociedad catalana vaya saliendo de la crisis, que la pluralidad y multiculturalidad en una sociedad cambiante sean riqueza y ejemplo de buena convivencia, porque todos tienen derecho a decir y decidir, respetando nuestros ritmos que en muchas ocasiones, los políticos intentan manipular a su puro interés partidista.
Y el que escribe, federalista él, seguirá confiando en que, en un mañana puede que no compartido, nuevas generaciones sepan valorar el pasado conviviendo en el marco que les toque definir.
El próximo 10 de julio, Catalunya, los catalanes tendrán la oportunidad de reafirmarse, de demostrar que no han de bajar la senyera a media asta, de expresar su grado de vinculación a España y a todos nos corresponde reflexionar y hacer el esfuerzo de escuchar, no cayendo en el fatalismo y la peligrosa ruptura, más que anunciada y que hasta Rajoy, Don Mariano con moderación descarta. ¡Dónde estarán las casi cuatro millones de firmas recogidas por la ancha y peculiar España, exigiendo la retirada de la propuesta estatutaria en su globalidad! Bienvenido pues a la razón circunstancial; pero ojo, ojo con la Faes aznariana y su potencial sanción o revolcón en aras de la permanencia del espíritu nacional heredado.
Que un cordobés ubicado por necesidad, como tantos décadas atrás, llegue y sea President, a mi me dice algo, para otros será un charnego renegado, como Bolívar, Martí, Sanmartín y tantos, que jugaron su papel histórico y somos libres de compartirlo o mostrarnos contrariamente obstinados en nuestra propia interpretación a modo de TC, puede que falible y a regenerar. Si es con tolerancia y cortesía, más que mejor.