Hace unos días hablábamos un buen amigo y yo de la cantidad de peluquerías, de señoras y de caballero, que hubo en Melilla y que poco a poco fueron desapareciendo.
Entre ellas la que él, Miguel Pascual, tenía en la calle Sidi Abdelkader, frente a la sucursal del Banco Santander. Y nos salió una lista de la que, como recuerdo a todas ellas y que estamos seguros muchísimos melillenses aún tendrán en su memoria, se las voy a facilitar.
En la calle García Cabrelles, por ejemplo, estaban la de José Valiente, Arturo Ramírez, Paco Zaragoza y Ramón.
En General Margallo, las de Paco y Miguel, Juan Blanco, José Fernández, ‘El Fígaro’ de Emilio, Tobías y Pepe y en Gran Capitán, la de Ángel Vázquez.
En la calle Castelar, la de Bernardo, aquel hombre que andaba siempre en bicicleta; la ‘Peluquería Deportiva’ y de la Fede, y en López Moreno, la de Pepe (junto a lo que fue una conocida frutería.
Pasamos a la calle Sidi Albdelkader (antigua Arturo Reyes), en la que estaban la peluquería Morales y la de Miguel Pascual; en Primo de Rivera, peluquería Angelito, donde las tertulias trataban de la fiesta taurina, de fútbol, de actuaciones artísticas en el teatro Ruzafa; en Torres Quevedo teníamos la de Bernardo; en calle Cervantes, la conocida como Siglo XX; en Plaza Velásquez, peluquería Enrique, y no podemos olvidarnos de las existentes en Ibáñez Marín, de Antonio Durán; la de Manolo en la calle O’Donnell, las de Abelardo e Hilario en la calle México (Cabrerizas) y, en Ataque Seco, estaban las de Emilio y Miguel Calderón.
Hubo otras, también en Actor Tallaví (Miguel Cerezo), Polavieja, de Juan Soler; calle La Legión; en el Hipódromo estaban de la Diego naranjo y Antonio Ibáñez; en el Tesorillo estaban las de Carreño, Pepe Momo, y en la calle Villegas la de Pepe.
Más céntricas estuvieron, en la Plaza de España, la peluquería Recatalá, junto a lo que fue el bar Metropol, que era de señoras y caballeros y, en el Mantelete, la de Hogar del Pescador, la de Balbuena y aquellas próximas a lo que hoy es el bar Sevilla y estanco de Rafael Belmonte.
Todas tenían vida, me decía Miguel Pascual. No es que se ganara mucho, porque un pelao y afeitao costaba cuatro perras, pero había bastante trabajo y salíamos adelante.
Hay que tener en cuenta que en Melilla había muchos militares y acudían a ellas porque en el cuartel … quedaban para un apaño.
Sería injusto no recordar también aquellas que regentaron Pascualito Recatalá en la calle Chacel, la que luego pasó a manos de Miguel Serrano (El Legionario), instalándose el amigo Pascual en la calle =,Donnell, encima de la panadería ‘La Royal’, y aquella que hubo en General Marina, conocida como la de ‘Los tres Antonio’.
Y he dejado para el final la peluquería de Fernando Pernías, en la barriada de Calvo Sotelo, aquel simpático y amable hombre que, durante muchos años fue el utillero de la UD Melilla, inolvidable amigo.
Es posible que en la larga lista falten algunas que ni Miguel pascual y este escribidor hallamos olvidado, porque haberla, las hubo en los distintos barrios de la ciudad… Vaya para todas ellas, igualmente nuestro recuerdo.