La Fiscalía Jurídico Militar del Tribunal Militar Territorial Segundo ha pedido que se imponga una pena de siete meses de prisión con las accesorias de suspensión de empleo y cargo público y derecho de sufragio activo a un capitán del Ejército de Tierra acusado de un presunto delito de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante sobre una cabo.
La petición se ha individualizado “teniendo en cuenta la ausencia de circunstancias agravantes y atenuantes, la personalidad del culpable, su graduación militar, el lugar de perpetración y la desprotección de la víctima y la trascendencia de los hechos en sí y su relación con el servicio”, según consta en las conclusiones de la Fiscalía. Sobre el acusado, que carece de antecedentes penales y es militar de carrera, “no concurren circunstancias eximentes ni modificativas de la responsabilidad criminal” a juicio de la Fiscalía. Los hechos que han motivado el proceso se produjeron en noviembre de 2013 durante unas maniobras en Almería, cuando la cabo regresaba del servicio y se encontró al acusado, que “con una sonrisa” le preguntó “de dónde venía”. “Me pareces una mujer muy morbosa”, “siempre te estoy observando”, “me gustaría quedar contigo” y “si es posible vernos luego más tarde” fueron algunos de los comentarios vertidos por el capitán “a la vez que cogía a la cabo por el brazo y la cintura”. La militar se soltó “bruscamente” y dejó claro que “no era posible, que tenía pareja y que su trato era profesional al ser su jefe de compañía”.
“Me debes un favor, guapa”
Siempre según el relato de la Fiscalía, “días después”, cuando la cabo se encontraba con otros compañeros para realizar una prueba denominada el ‘conguito’, el acusado se acercó a ella y le preguntó “cómo estaba”. La mujer dijo que “algo nerviosa” y su mando le ofreció quedarse con su fusil para reducir la carga que portaba, algo que le “extrañó” porque “sus compañeros hicieron todos la prueba portándolo”. Al volver al campamento, el capitán le avisó de que “me debes un favor, guapa”. La conducta descrita provocó en la víctima “sentimientos de humillación, vejación y menosprecio”. En diciembre del año siguiente se diagnosticó a la cabo “trastorno de adaptación cuyo factor etiológico, causal, es indubitadamente la reiteración de conductas inapropiadas de su capitán”, diagnóstico ratificado posteriormente por los especialistas en sede judicial. La cabo aludía a “amenazas de arresto por cualquier motivo” y a “un acontecimiento con proposiciones de tipo sexual durante unas maniobras” durante sus comparecencias ante el coronel médico que ha emitido informes sobre el caso. La cabo cesó en su destino en junio del año pasado pasando a depender del Mando de Personal (MAPER) y de la Subdelegación de Defensa en Ceuta. La Asociación de Militares de Tropa y Marinería (AMTM), cuyos Servicios Jurídicos llevan la representación legal de la víctima, ven “insuficiente” la petición de pena de la Fiscalía y pedirán una superior.
Un abordo, cuadros de ansiedad y acusada de deserción
La cabo víctima del presunto abuso de autoridad de su capitán cesó en su destino hace algo más de un año en aplicación del artículo de la Ley de la Carrera Militar que prevé que cuando pasen seis meses tras detectarse “una insuficiencia de condiciones psicofísicas para el servicio” en un soldado con relación temporal con las Fuerzas Armadas “cesará en su destino, si lo tuviere, y mantendrá la misma situación administrativa, prorrogándose, en su caso, el compromiso hasta la conclusión del referido expediente”. En su contra se siguen otras diligencias preparatorias “pendientes de celebración de vista oral” sobre las que se ha solicitado la suspensión del señalamiento “a expensas de lo que acontezca” en la causa contra su mando “por si pudiera existir alguna conexión entre los hechos investigados en ambos procedimientos”. En este proceso, la cabo está acusada de no haberse presentado al servicio (deserción) cuando fue requerida pese a que, según la versión de su representación letrada, se encontraba de baja médica, precisamente por el ambiente “pernicioso” que encontraba en su lugar de trabajo, situación que desencadenó distintos cuadros de ansiedad y un aborto por esa “tensión emocional”. La AMTM vinculará ese suceso al “hostigamiento” sufrido por la mujer.