Las evidencias en el control de un paso sobre el que se prometen mejoras.
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, repetía la máxima que el Partido Popular ha incluido en éste y en anteriores programas: la frontera del Tarajal se convertirá en un una especie de paso inteligente en el que todo deberá estar controlado hasta el más mínimo detalle. Es una aspiración que los populares no solo muestran ahora sino que llevan años ‘vendiendo’ lo mismo. Hoy por hoy ese paso no es ni por asomo ejemplo de una frontera controlada. Convertida, junto con la de Melilla, en primeras fronteras exteriores de España y de Europa, el tráfico de personas es imposible de ser controlado como se debiera en tanto en cuanto no se dispone de áreas para el registro exhaustivo de vehículos o de personas.
La población marroquí residente en Tetuán y Castillejos se ha multiplicado de tal manera que es imposible cifrar el número de vecinos naturales de la zona y los que han terminado asentándose allí para beneficiarse del tráfico de mercancías.
Es en este escenario en el que hay que situar la explosión de estos pases hasta el punto de que si hace unos años estaban muy controlados ahora ha dado paso a una situación en la que resulta imposible verificar las cifras exactas o en qué manos han caído.
Entre las naves, los que participan del negocio del porteo conocen perfectamente el trapicheo existente con este tipo de pases, que terminan en manos de personas que incluso tienen prohibida la entrada en Ceuta o disponen de pasaportes anulados.
La AEGC insiste en que la mejor medida de control es el pasaporte único y rechaza cualquier discriminación que pretenda incluso ocultar la no regularización de trabajadoras del hogar que gozan de una entrada más fácil si disponen de este pase aunque no estén contratadas.