Casi 200 inmigrantes han sido rescatados en el mar en las últimas horas. Hombres, mujeres y niños protagonistas de una burla continuada a la muerte.
ersonas que huyen de la miseria, que dejan atrás un continente desestabilizado por las corruptelas políticas, las persecuciones sin sentido o el ébola, la enfermedad ya olvidada en España desde que los medios de comunicación no llevan a primera plana a un español afectado en nuestro país. Salvamento Marítimo, Cruz Roja y las fuerzas de seguridad han protagonizado un encomiable trabajo en ese contacto inicial con personas que, ante todo, tienen miedo, están desorientadas y se sienten solas, perdidas en un nuevo país sin saber a ciencia cierta cual será su destino. Personas que acaban de vivir una auténtica tragedia en un Estrecho convertido en un gran cementerio con dramas, familias rotas y esperanzas hundidas. La llegada del buen tiempo apunta de nuevo al mar, a su inestabilidad, a la salida masiva de hombres, mujeres y niños, a la tragedia. Tras una madrugada de pateras se temen semanas marcadas por casos similares. De nuevo Europa se queda sin respuestas y sin reacción. Cada minuto que pasa se escribe un nuevo episodio en una historia que nunca tendrá su fin porque la brecha entre ricos y pobres no quiere cerrarse.