La familia de Josefa Teba narra el sufrimiento que ocasiona al paciente oncológico su traslado diario a Algeciras y reclama una unidad en Ceuta.
El profundo cansancio y el deterioro psicológico que ocasiona los desplazamientos para someterse a radioterapia en Algeciras tiene rostros, nombres y apellidos. Josefa Teba ha sido una de los 80 ceutíes que, de media durante el año, tiene que sufrir esos viajes en barco porque Ceuta carece de una unidad específica que ofrezca el tratamiento.
Esta paciente oncológica finalizó sus 15 sesiones –diarias de lunes a viernes– el 9 de enero. Una quincena interminable que un temporal, los fines de semana y los festivos por Navidad, Año Nuevo y Reyes Magos se encargaron de dilatar en detrimento del descanso y el bienestar que requiere cualquier enfermo.
“Ese es el caso de mi madre, pero conocemos a otras personas que tuvieron que cruzar el Estrecho hasta 33 días… No quiero ni imaginarme cómo debieron pasarlo…”, empatizó Carmen Hidalgo, una de los cuatro hijos de Josefa. Una ceutí que volverá someterse a un intervención quirúrgica en las próximas semanas tras una primera operación, recibir quimioterapia y, por último, la radioterapia en la clínica de Algeciras cuyo comportamiento fue en todo momento inmejorable, valoraron sus parientes.
Durante las tres semanas y tres días que duró esta “odisea”, como la familia calificó estos itinerarios, esta vecina de Villa Jovita tuvo que levantarse sobre las 6:00 para embarcar a las 7:30 a bordo de una ambulancia. Con las primeras luces del alba, esta mujer y su acompañante –alguno de sus hijos– tuvieron que dar “en más de una ocasión varias rodeos por la ciudad” antes de dirigirse al Puerto. “Una mañana tuvimos que ir hasta Benzú por otro paciente”, recordó Isabel Hidalgo Teba, otra de sus descendientes; “en aquel momento estaba encamada y tuvo que estar dando vueltas innecesariamente, ¿es que no se pueden ordenar mejor, en función de la gravedad de cada caso?”, lamentó.
La experiencia de Josefa acumula otros hechos penosos como aquella mañana en la que, tras recoger a la enferma en su casa, la ambulancia tuvo que acudir a sus instalaciones porque terminaba el turno y el conductor tenía que dar el relevo a su compañero. “¿Por qué no estaba previsto ya? ”, se preguntó Isabel, quien achacó la responsabilidad a los encargados de la coordinación del servicio, en ningún momento a los trabajadores, para quienes solo tuvo halagos.
Al ir en una camilla, Josefa permanecía dentro de la ambulancia, en la bodega, durante cada trayecto en el que cruzaba los dedos para que el barco no se moviera. A su lado permanecía su acompañante y el conductor, quienes hacían esos minutos más agradables, “pero mi madre ni podía subir a la cubierta a desayunar en la cafetería como haría cualquiera”, dijo apenada Carmen.
Solo en la travesía entre Ceuta y Algeciras, la ceutí invirtió unas 30 horas –entre ida y vuelta– “siempre que el barco fuera puntual”, apostilló Isabel. Un tiempo al que habría que sumar aquellas horas de más que pasaron en la clínica algecireña ya que la misma ambulancia que traslada a la península a los usuarios de radioterapia tiene que esperar a que todos terminen sus sesiones antes de regresar. Otra de las circunstancias que dilataron su estancia en la localidad gaditana, prosiguió su hija, fue que el mismo transporte realizaba otros servicios, sobre todo en Cádiz, y volvía al Campo de Gibraltar horas más tarde.
“La mayor parte de las veces teníamos que esperar a que la ambulancia terminase para que viniera a recogernos y poder embarcar a Ceuta”, recriminó Isabel. Una demora que hizo que esta usuaria no llegara a Ceuta hasta las 14:00 o 14:30 desde que se levantó a las 6:00 horas. Para no faltar a la verdad, Isabel añadió que hubo días en los que pudieron coger el barco antes aunque no por ese motivo la travesía dejó de ser un calvario.
Las radiaciones se prolongan durante unos 15 minutos, estimaron sus familiares, un tratamiento que agota al enfermo que tiene que enfrentarse al viaje de vuelta. “Cuando ya estaba en casa solo quería meterse en la cama a descansar por las náuseas; se levantaba a las 16:00 horas a comer... Ese ajetreo era un descontrol para ella”, reflexionaron las hermanas, quienes no desean a nadie este martirio.
“Nos quedamos tiradas por el temporal”
Los pacientes oncológicos que acuden a la clínica de radioterapia en Algeciras pensaron que su peregrinar terminaría pronto. Se equivocaron. El acuerdo alcanzado en octubre en el Pleno de la Asamblea, por unanimidad, no garantizó que el Gobierno de la Nación vaya a ampliar la cartera de servicios de Ingesa con la unidad de radioterapia. “Nadie entiende las incomodidades que esta situación genera al enfermo”, lamentó Isabel. Una de esas mañanas de tratamiento, ya personadas en el Puerto a bordo de la ambulancia, tuvieron que volver a casa porque el estado del mar impedía la navegación del ferry en condiciones de seguridad. “Nos quedamos tiradas por el temporal, cuando mi madre ya se había levantado a duras penas, una incomodidad que se podía haber ahorrado”, recordó la hija de la aquejada de cáncer. Éste fue uno de los contratiempos que llevó a la familia de Josefa a presentar una reclamación en Atención al Paciente, en el Hospital Universitario, “de la cual no hemos recibido respuesta, solo que se pondría en conocimiento de los responsables”, lamentó Carmen, otra de sus descendientes. “Mi madre reivindica a las autoridades que una clínica abra una unidad de radioterapia en la ciudad en beneficio de todos los ceutíes que padezcan cáncer ya sea ahora o en el futuro”, trasladaron sus hijas. La familia Hidalgo Teba rechazó que este asunto se politice porque esta enfermedad “no entiende de partidos políticos”, aunque apreció que Caballas y Gabriel Castillo, quienes continúan exigiendo la unidad, se pusieran en contacto con ellos tras aparecer en un reportaje en Interviú.