Cuando me encontré de nuevo con el político en Madrid, me preguntó cual era el principal problema de tipo económico que afectaba a Ceuta en la actualidad y le contesté, sin dudar, que la frontera. Dijo que, al leer la prensa local, conocía la opinión de los ciudadanos ceutíes al respecto: caos, falta de organización, incompetencia, ausencia de contactos, descontrol, inseguridad, pero que le interesaba saber también lo que se opinaba al otro lado, es decir como veían el problema los ciudadanos marroquíes que visitan Ceuta a menudo por turismo, contacto con amistades, tránsito hacia la Península u otras razones parecidas.
Me entraron ganas de decirle que me alegraba de contestar a esa pregunta. Le expliqué que tengo reuniones al otro lado de la frontera con gente corriente y esos marroquíes opinaban que Ceuta le cuesta a Marruecos unos dos millones de euros diarios en aranceles perdidos, aunque a cambio viven de ese tráfico, directa o indirectamente, más de 50.000 personas muy humildes, subsistiendo además numerosas familias, pequeñas empresas o puestos de mercadillos. Y no cabe duda que los beneficios son de ida y vuelta, quedándose gran parte en manos de ciudadanos marroquíes. En este punto, le reconocí al político que hay disparidad de criterio en cuanto a las cifras sobre todo.
Opinan esos ciudadanos de clase media que a Marruecos no le interesa que Ceuta florezca económicamente como ha ocurrido con Tánger, pero tampoco puede suprimir este tráfico. Sin embargo, lo que conviene a los ciudadanos marroquíes normales que son los turistas y particulares que cruzan la frontera, es que puedan hacerlo con cierta comodidad, opinando que es necesario actuar convenientemente en los dos lados, para evitar el desorden que existe.
Expliqué al político que los ciudadanos marroquíes tienen la impresión que Ceuta no es consciente de la importancia de la oferta comercial y de servicios que ofrece a Marruecos. Para una familia marroquí –me dijeron ellos- visitar Ceuta es un acontecimiento por las compras tan variadas, el ambiente europeo y otras ventajas. Ellos creen que Ceuta utiliza muy poco sus posibilidades turísticas y de compras, teniendo en cuenta la proximidad de las principales capitales de Marruecos, al existir autopistas a Tánger, Rabat, Casablanca, etc, ventaja que no tiene Melilla.
Continué informando el político que muchos marroquíes opinan que las porteadoras deben ser encauzadas por los carriles adecuados, sin que afecten a la circulación de vehículos. Reconocieron que Castillejos es el mejor sitio de Marruecos para encontrar “empleo”. Sobre todo las mujeres que laboran en el campo, se vienen desde el sur, porque el trabajo como porteadora, a pesar de todo, es duro pero ganan mucho más.
Aportaban mis amigos marroquíes el dato que los llamados coches-patera se sitúan por la tarde al borde del lado marroquí de la frontera, para cruzar a España en cuanto se abre el paso por la mañana. Es sabido –decían los marroquíes- que en España no se puede controlar exhaustivamente por falta de tiempo la documentación y otras circunstancias de los coches-patera.
Todos coincidieron en que es imprescindible abrir un nuevo paso para vehículos patera y de carga en el futuro, paralelo al que existe y negociándolo con Marruecos. E igualmente abrir el paso de Billiones (Benzú), con lo que nos acercaríamos al caso de Melilla que dispone de varias posibilidades. Como es de sentido común, ellos creen que cuanto más pasos existan abiertos, mejor se podrá repartir el tránsito por categorías, siempre dejando a salvo los turistas.
El político seguía tomando notas y entonces le expliqué que los ciudadanos marroquíes opinan que España debería tener siempre todos los carriles disponibles y abrir dos pasos en la verja, no como ahora que solo hay uno. Para ellos es exasperante observar cierres de Policía y Guardia Civil cuando hay grandes colas para entrar o salir y ello sin porteadoras ni coches-patera. Así, incluso los sábados y domingos que abre cierto comercio en Ceuta, se producen largas esperas. Y saben que la responsabilidad no es de los agentes que cumplen órdenes, sino de mucho más arriba.
Las consecuencias de la situación actual para ellos, los marroquíes, son evidentes: se han roto los contactos sociales y de amistad entre los habitantes de ambos países; grandes pérdidas económicas a la zona norte de Marruecos para restaurantes, hoteles, mercados o tiendas; venta de propiedades en Marruecos de ciudadanos de Ceuta con todo lo que ello conlleva; imposibilidad para muchas familias de comprar en Ceuta, lo que suponía un considerable ahorro para esa gente en ropa, alimentos, electrodomésticos y otros artículos.
Y los inconvenientes para Ceuta, según los marroquíes, son también evidentes: la ciudad se está desprestigiando en Marruecos y ante extranjeros, como sitio de compras y como una villa organizada y eficaz; las grandes tiendas que hay en la actualidad se irán de Ceuta más tarde o más temprano ; las familias marroquíes cada vez en mayor medida se desplazan desde Tánger a Algeciras o Tarifa para hacer compras en la Península y volver; el tráfico de pasajeros desde Ceuta a la citada Península y desde ella, se está desviando a Tánger temiendo las colas en la frontera (a esa ciudad los trámites aduaneros y de policía se hacen a bordo); mala perspectiva para el puerto de Ceuta que se está quedando sin tráfico de marroquíes. Por otra parte, Málaga gestionó una línea aérea de bajo coste y por muy pocos euros se puede viajar allí desde Tánger, hacer compras y regresar.
Reconocen ellos la masiva llegada de marroquíes del Sur a la provincia de Tetuán y ello produce general preocupación, pero planteado el tema de que Ceuta pudiera modificar su estatus en el Tratado Schengen, suprimiendo la excepción de visado para los residentes en la provincia de Tetuán, manifiestan que ello sería la ruina para Ceuta y para el norte de Marruecos. Para Ceuta porque perdería sus clientes particulares tradicionales. En su país muy pocos tienen visado y los Consulados españoles los conceden en pocas y justificadas ocasiones. Tanto es así que algunos, con toda la documentación precisa, deben obtenerlo en otros consulados, donde es más fácil y citan casos concretos. Para Marruecos sería igualmente la ruina, porque muchas personas se quedarían, sin alternativa alguna, aisladas y sin ingresos.
Como los contactos oficiales a ambos lados de la frontera son imposibles, sería preciso propiciar encuentros informales en Marruecos para, mediante el diálogo en ambiente no oficial, llegar a acuerdos que mejoren la situación. En este punto comencé a sonreír y cuando el político me preguntó lo que me hacía gracia, le contesté que esa posibilidad la había propuesto sin éxito, por supuesto.
Noté al político un poco saturado de tantos datos y explicaciones y me anunció que en el futuro íbamos a debatir sobre algunos temas, porque había contactado con gente experta de Ceuta e iba a discutir conmigo ciertos asuntos. Asentí encantado y quedamos en llamarnos