Los propios inmigrantes son los que llegan por sus propios medios a las sedes policiales
Dan forma a la que ha dado por denominarse inmigración silenciosa. Nadie puede asegurar al 100% la vía de entrada, pero en el campo de las presunciones todo apunta a que la flota de vehículos preparada a modo de patera ‘está haciendo el verano’. Secos, en alguna ocasión con dolores de articulaciones por la forma en que permanecen ocultos durante horas, desorientados... Son las notas que se repiten en las entradas de este tipo. La semana pasada el ERIE de Cruz Roja atendió a 25 personas. Por sus propios medios se presentaron en las dependencias de la Jefatura Superior o en la Comandancia de la Guardia Civil. En algún caso esporádico, incluso a las puertas del CETI. Hombres y mujeres, todos subsaharianos, con las ropas secas y sin aportar dato favorable alguno que lleve a saber al detalle la vía de entrada, aunque las fuerzas de seguridad sospechen claramente de este tipo de pases que se ampara en el caótico flujo de la frontera.
No son grandes mafias, sino pequeñas organizaciones que cuentan con enlaces a uno y otro lado de la frontera y que trabajan de manera constante, utilizando a los inmigrantes como mercancía que les reporta beneficios, aunque para ello deban ocultarlos en huecos incompatibles con un tránsito seguro. Durante la pasada madrugada y hasta la tarde de ayer fueron ocho los inmigrantes localizados, y solo dos habían entrado por mar cruzando a nado el espigón del Tarajal. Los demás llegaron por estas otras vías a Ceuta. Los 25 atendidos en la última semana lo fueron en 18 intervenciones distintas, y entre todos ellos solo hay un asiático que posiblemente haya sido desembarcado en una moto de agua. También se incluye la historia del joven que logró pasar la frontera el pasado viernes y que terminó cortándose las manos tras ser el único que pudo trepar la doble valla al alcanzar el perímetro junto a más compañeros que se quedaron en Marruecos.
Más de 24 horas abandonados en el mar
Marruecos rescató ayer una embarcación con 50 personas que llevaba más de un día a la deriva. Mujeres y bebés la ocupaban junto con gran cantidad de varones, todos ellos subsaharianos. La oenegé Ca-minando Fronteras alertó de la situación y denunció durante toda la jornada que nadie estaba ayudándoles mientras las llamadas vía teléfono móvil reflejaban la desesperación de todos los ocupantes, al estar a la deriva sin agua ni comida. Un helicóptero de Salvamento español fue el que localizó la embarcación pero las unidades marroquíes tardaron horas en acudir hasta el punto para proceder a su rescate, al estar en aguas bajo su jurisdicción. Fue sin duda la historia más dramática en una jornada en la que volvieron a salir embarcaciones en dirección a la península, quedando perdidas en una frontera sur que ya ha causado este verano varias muertes. Además en los montes la presión no varía así como las batidas improvisadas con las que se quiere desarticular los campamentos y residencias.