Los jóvenes que han participado en ‘Arqueología frente al mar’ investigan el pasado medieval del Llano de las Damas.
El pasado medieval de Ceuta duerme bajo la ladera de un montículo flanqueado por un aparcamiento, una carretera y un núcleo de viviendas. De rescatarlo, al menos en parte, se han encargado durante las dos últimas semanas la treintena de jóvenes de hasta quince comunidades autónomas que han participado en el campo de trabajo Arqueología frente al mar, promovido por la Ciudad a través de las Consejerías de Juventud y Educación. El resultado de la actividad añade su particular grano de arena a la historia de la ciudad certificando, como ya se había constatado en ediciones anteriores, que el Llano de las Damas, el solar situado junto a la actual Avenida Virgen de África, alberga lo que en los siglos XIII y XIV fue una activa área industrial. Los vestigios encontrados así lo atestiguan.
Palas de tierra, mediciones topográficas, extracción de materiales, dibujos... Los aprendices de arqueólogos dirigidos durante estos días por David Godoy, el auténtico especialista en la materia y monitor del grupo, han desempolvado parte del legado histórico local. El punto de partida eran los restos ya localizados hace años en la zona, pero que aún deben arrojar nuevos datos sobre un pasado centenario. “Hemos vuelto a abrir los sondeos de ediciones anteriores que se habían vuelto a cubrir, continuando así el trabajo donde lo dejaron los compañeros. Con toda seguridad, el año que viene volveremos a hacerlo y seguiremos ampliando las investigaciones”, explicaba ayer el coordinador mientras apuraba las últimas horas de los trabajos.
El balance, según las primeras conclusiones, no puede ser más positivo. Han logrado profundizar en el estudio de un horno que se supone de época meriní (Siglo XIV) y del que habrían salido los numerosos restos cerámicos hallados en las proximidades. A escasos metros, detalla Godoy, dos huecos a ras del suelo flanqueados por fragmentos de muro dan forman a lo que se presume que en su día fueron “estancias o habitaciones, aunque aún no podamos concluir con seguridad qué funciones podían desempeñar”.
Las aportaciones de esta edición del campo de trabajo complementan así las conclusiones acumuladas años atrás, dibujando una hipótesis sobre los secretos que esconden las piedras desempolvadas. “Hemos trabajado en el alzado del horno, del que suponemos saldrían todos los utensilios cerámicos de la época. En el segundo sondeo hemos logrado definir el espacio de lo que parece ser un patio rodeado por un pasillo que daría acceso a habitaciones. En el tercero aún no lo tenemos muy claro, pero podemos pensar que se trata de un área dedicada a labores de cocina, porque han aparecido elementos como cuencos, vasijas u ollas”, detalla.
Los jóvenes se afanaban ayer, en el último día de trabajo, en tapar con palas de tierra los focos que han centrado sus investigaciones durante las últimas semanas, devolviéndolos al estado en el que permanecerán el resto del año, hasta la próxima edición de Arqueología frente al mar. “Es lo habitual cuando no se musealizan los restos. Lo mejor para conservarlos es taparlos, porque lo contrario implicaría un gasto adicional en mantenimiento y vallado que ahora mismo no se contempla”, aclara David Godoy, desplazado desde Málaga para dirigir la actividad. Lo que sí se ha trasladado hasta el laboratorio localizado estos días en las Murallas Reales son todos los vestigios hallados en la zona –cerámica, vidrio, metales, huesos...– para su lavado, inventariado y datación, contribuyendo así a descifrar el puzzle del pasado.
“Hemos conseguido el objetivo de acercar la arqueología a jóvenes que en su mayoría no tienen conocimientos sobre esta especialidad, y además en un yacimiento real con restos muy interesantes”, añade el monitor. En su despedida, preconiza que “aún quedan muchos años de trabajo aquí” y bastantes secretos por descubrir: “Tenemos muy acotada la época medieval, pero hemos encontrado restos tardorromanos que podrían retrotraer el arco temporal hasta el Siglo VI. Mientras haya participantes, seguiremos trabajando”.
El Balance
Guillermo Sánchez “Conoces la ciudad desde un punto de vista distinto al de los turistas”
Bilbaíno y licenciado en Historia del Arte, destaca que ha conocido la ciudad “desde un punto de vista que los turistas no tienen la suerte de disfrutar”. “Ha sido una suerte contar con el equipo de arqueólogos. Durante la carrera no me había acercado a esa materia y estoy convencido de que la experiencia me servirá de mucho”, subraya.
Daniel Vílchez “Soy de Ceuta, pero pasas por delante y no imaginas que ahí haya restos”
Ceutí, graduado en Bachillerato y aspirante a ingresar en el Ejército. “Me ha permito descubrir mi ciudad de una forma distinta. Siendo de Ceuta, pasas por delante y no imaginas que pueda haber restos del Siglo XIV. También he podido conocer a compañeros de otras comunidades que te aportan otras formas de pensar”, asegura.
Luis Marín “Ves una piedra y te quedas ensimismado con lo que esconde”
Jerezano y estudiante de Antropología, reconoce que el campo de trabajo le ha sorprendido porque “esperaba menos”. Tras dos semanas, certifica que ha aprendido “un montón de Arqueología” porque “gracias a las explicaciones de los especialistas ves una piedra y te quedas ensimismado con lo que esconde”.