El veterinario lamenta que nadie viera el cuerpo y niega que sea por el supuesto mal estado de la manada. Apunta a otras razones.
Alfonso Morey, veterinario contratado por la Ciudad Autónoma para el mantenimiento de los animales del Parque de San Amaro, recibió ayer con sorpresa la triste noticia de que un cervatillo recién nacido yacía sin vida desde el martes en las instalaciones donde se encuentra la manada. “Los cuidadores no me informaron del fallecimiento”, lamentó el especialista.
Este ‘bambi’ muerto, cuyo nacimiento se esperaba con ilusión como ya manifestó a El Faro, pasó desapercibido para los trabajadores del Parque a tenor del desconocimiento del veterinario quien explicó que, ante estos incidentes, el cuidador se encarga de comunicárselo al capataz de jardines y éste al facultativo, según figura en el protocolo. “En San Amaro nadie se enteró”, sentenció Morey. “Siempre he pedido que el personal revise cuando entra a trabajar, a las 8.00 de la mañana, la situación en la que se encuentran los animales”, aseguró el especialista. “No entiendo qué ha podido pasar”, añadió.
No obstante, Morey negó que la defunción responda al presunto estado de dejadez en el que se encuentran los ciervos, según denuncias anteriores formuladas por el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal, PACMA. “No existe en España mejor alimentación que la que reciben estos animales”, insistió el veterinario.
Morey encontró otra posible explicación para la muerte a expensas de la autopsia que se practica en este tipo de casos: “Tenemos problemas de consanguinidad entre estos ciervos y pueden darse incidentes de mortalidad entre los neonatos”. De hecho, prosiguió, la manada del Parque suele registrar un par de partos anuales y el 50 por ciento de las crías fallece, estimó.
En cuanto a la existencia de más hembras embarazadas, Morey indicó que son de edad avanzada y que las herbívoras suelen ocultar el embarazo para evitar a los depredadores. Un hecho que se conocería pronto puesto que están en época de alumbramiento.
No es el único incidente con los ciervos de San Amaro. El último se saldó con el robo de un ejemplar, también de corta edad, del que tampoco nadie, sorprendentemente, se percató.