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El colectivo argelino quiso organizar ayer una manifestación para protestar por su situación de bloqueo
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Algunos llevan 2 años y sus hijos han nacido en el CETI; piden que su voz se escuche
Ya son más de cien. Entre ellos hay embarazadas, muchos jóvenes y también menores. Algunos han nacido en el CETI y están creciendo en donde nunca debería hacerlo un niño. Los días pasan sin novedad. Los días pasan sin que su voz pueda escucharse. Y solo quieren eso, que se les oiga.
Constituyen el colectivo argelino. Los ‘invisibles’ del CETI, aquellos que parecen no tener derechos, que arrastran las ‘marcas’ que ya les han colocado, porque lo que pueda hacer uno se extiende a todos. “Hay argelinos que llevan dos años en el CETI y no salen. Tenemos las tarjetas de asilo y no nos dejan salir. Nunca nos toca a nosotros. Solo les dan los papeles a los subsaharianos y a los indios, a nosotros no. Y hay familias, hay niños que no deben ver determinadas cosas, que han nacido aquí y están creciendo aquí”, explica una portavoz del grupo, reunido con FAROTV en la playa de Benítez.
Ayer, conocedores de que sus nombres no vuelven a ser incluidos en las salidas, quisieron unirse y marchar andando hacia la Delegación del Gobierno para protestar. Pero no les dejaron. Como tampoco pueden hablar con la dirección. A nadie pueden exponerle su problemática. “Solo queríamos hacer una manifestación de paz, para que se nos escuche, porque nadie nos da voz”, lamentan. “El puerto está cerrado, intentamos ocultarnos en los camiones pero no podemos. Solo nos queda el mar, irnos en pateras. Es el hambre o la muerte”, añade.
El pasado 12 de octubre murieron cuatro compatriotas en un naufragio. Sus cadáveres nunca fueron recuperados. Eran sus amigos, porque la amplia mayoría de argelinos procede del mismo pueblo. El pasado fin de semana intentaron escaparse otros once hacinados en una embarcación que habían comprado. En mitad del Estrecho fueron interceptados por el Servicio Marítimo. “Vamos a seguir haciéndolo, nos da igual morir. Subiremos con los niños si hace falta porque no nos dan ninguna atención”, explican.
Entre el colectivo hay dos embarazadas, una madre con un bebé cuyo padre es francés y tiene su nacionalidad, ocho recién llegados que ayer cruzaron la frontera... “Nosotros queremos exponer nuestra situación, pero no dejan que nuestras palabras lleguen”, añaden. “Cuando queremos hablar con el director, no nos dejan. Solo vemos que salen los demás, nosotros no. Estamos como animales, solo comer y dormir. Nuestros hijos no se pueden criar aquí, viendo las cosas que se ven de otros inmigrantes, pueden cogerse enfermedades”.
La entrada de argelinos por la frontera constituye esa inmigración que pasa desapercibida incluso para los medios de comunicación. Es constante, casi diaria y se ‘cuela’ por una frontera con entradas haciendo uso de documentación falseada, aprovechando horarios de mayor afluencia y gracias a la similitud de rasgos físicos con la población marroquí. Son escasos los traslados que ha habido a la península de familias, en cambio cada vez son más los que piden asilo al pisar Ceuta, algo sobre lo que llamó precisamente la atención la oenegé Acnur en su informe anual sobre la inmigración en las dos ciudades hermanas. En las últimas semanas está aumentando el intento de escapada haciendo uso de embarcaciones. Van a seguir.