Lo reconocía ayer el delegado del Gobierno. Es difícil combinar seguridad y fluidez en el tránsito fronterizo en Ceuta, buscar el punto de equilibrio para contentar a los empresarios que se quejan de que se entorpece su negocio y por otro, a los ciudadanos que demandan seguridad ciudadana. Según matizó Francisco Antonio González en el transcurso de una charla ofrecida en la sede del Partido Popular, por el Tarajal pasan 6 millones de personas cada año y no todas vienen a comprar y a trabajar, también hay quien viene a delinquir, a sabiendas de que si le detienen la pena será más benévola en España que al otro lado de la frontera. De hecho uno de los datos ofrecidos por el delegado en su análisis sobre la seguridad de la ciudad es que el 80% de los delitos que se producen en Ceuta no lo cometen ceutíes. Por todo ello, hacer de la frontera un lugar impermeable sin llevarse críticas es misión imposible.
El binomio seguridad y economía es muy difícil de combinar si la renta de la zona marroquí más próxima es 16 veces inferior a la nuestra y si es necesario garantizar la protección del ceutí, que no lo olvidemos, reside en la frontera de la Unión Europea en África.