El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, abordó este jueves con el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, la apertura de la aduana comercial entre Ceuta y Marruecos. En ese encuentro existió el compromiso del Gobierno de España de cumplir con esa hoja de ruta agenciada con el vecino país para ir dando pasos que vengan a mejorar y confirmar las buenas relaciones debidas entre ambos territorios.
Las grandes metas se consiguen con pequeños pero acertados pasos. Las prisas, el lenguaje bronco y las polémicas nunca han sido buenas compañeras de viaje en temas en los que pesa la diplomacia.
Albares ha demostrado su capacidad de gestión al frente de una cartera complicada. Con Marruecos ha coordinado cuantiosos encuentros que tienen como meta el establecimiento de unas relaciones basadas en la normalidad, porque solo así se pueden obtener beneficios para España como país y para Ceuta como ciudad.
La aduana comercial no es el eslabón económico al que se aferra la Ciudad. Lo ha dicho por activa y por pasiva, sin tapujos ni engaños. El objetivo está en ‘más España y más Europa’, pero eso no está reñido con el mantenimiento de unas buenas relaciones con Marruecos y la mejora en la regulación de unas relaciones fronterizas que son importantísimas para la ciudad.
El fin del porteo no solo erradicó imágenes tercermundistas e indignas, sino que además sirvió para que el Tarajal pudiera empezar a equipararse con lo que es una frontera digna y moderna.
Con pequeños, pero constantes pasos, se ha ido consiguiendo una regulación en el tránsito de personas que será aún mejor con la puesta en marcha de la frontera inteligente.
Queda por cerrar las expediciones comerciales. El ministro Albares se lo dijo claro al presidente Vivas: “La aduana comercial se va a abrir”. Costará, habrá que limar problemas técnicos, habrá que tener experiencia en materia aduanera, pero el fin último es que, a la larga, se pueda conseguir una normalización comercial como se consiguió la de tránsito peatonal olvidando aquellas terribles avalanchas y bloqueos que tenían siempre a Ceuta en portada y no precisamente para bien.
Las prisas no son buenas, mucho menos en este campo. Hay un compromiso para tener una aduana comercial que funcione con las limitaciones que solo establezca la normativa o las capacidades logísticas, ninguna más.
Todo cuesta, más aún la consecución de metas que se erigen en hitos históricos. El camino viene marcado por un trabajo previo que hacer y en esa sintonía necesaria, que no es otra que la de la colaboración, está implicado el presidente de la Ciudad, Juan Vivas.
A Albares le llevó no su ideario político, sino la de la mayoría aplastante de la Asamblea. Lo hizo porque antes de acudir a Madrid mantuvo no solo un debate plenario, sino que convocó una Mesa de Diálogo Social para que quien hablara con el ministro fuera un presidente que trasladaba la voz de empresarios, administraciones, políticos y sindicatos.
Esa es la auténtica fuerza de este encuentro, no hablaba Juan Vivas con un ministro, hablaba un presidente de la Ciudad que iba respaldado por un amplio abanico de voces unidas y confiadas en que el diálogo siempre es lo mejor.
Albares confirmó que se apoyará a Ceuta en lo que le beneficie. Y no hay mejor beneficio que disponer de una frontera normalizada, moderna y adecuada, además de ser capaces de conseguirlo sin ruido. Porque el ruido, sencillamente, no conduce a nada.